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Algo más que simples fotografías

03/07/2021
 Actualizado a 03/07/2021
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En ocasiones la casualidad nos convierte en espectadores o protagonistas de situaciones de una belleza inusitada o que nos dan un frío y doloroso baño de realidad. Hasta hace unos años lo normal era que dichos momentos viajaran hasta el espacio donde nuestra masa gris almacena los recuerdos, pero en la actualidad los dispositivos móviles te permiten inmortalizarlos.

El pasado fin de semana durante mi estancia en la Costa da Morte, las meigas me regalaron la oportunidad de utilizar mi móvil para captar una estampa con halos de irrealidad y otra que atesora una realidad indudable, como es el paso del tiempo y de las distancias abismales entre generaciones.

El periodista gallego Pepe Formoso me recomendó no marchar de Finisterre sin ver la playa do Rostro. Tras superar unas dunas me encontré ante una estampa pintada con una paleta llena de azules, blancos y marrones. El azul oscuro del océano Atlántico se unía con el azul más claro del cielo, roto por un blanco grisáceo de algunas nubes desperdigadas, bajo las cuales aparecían y desaparecían líneas horizontales blancas creadas por el romper de las olas, que llegaban hasta la arena que según se alejaba del agua iba aclarándose hasta llegar a un color típico de las postales de playas de latitudes caribeñas. Y de repente veo cómo a lo lejos vienen dos peregrinos por la orilla dirigiendo sus pasos hacia el fin del mundo, el cabo Fisterra. Lo esperado sería toparse con unos bañistas, pero la presencia de estos dos peregrinos mejoró aún más la estampa y se convirtieron en protagonistas de una fotografía en la que naturaleza salvaje y tradición humana se fusionaron, mientras el agua salada borraba las huellas dibujadas por sus pies descalzos.

Una vez recuperado de la sorpresa y sentado junto a mi mujer y mi hija en un restaurante en Carnota, apareció el cantante de M-Clan Carlos Tarque. Como algunas de sus canciones forman parte de mi banda sonora vital le pedí hacerme una foto con él. Cuando estaba a su lado, le preguntó a mi hija si quería ponerse con nosotros. Su respuesta fue demoledora. El no que salió de su boca de diez años nos puso a Carlos Tarque y a un servidor en el lugar que nos corresponde. La inocencia de mi heredera dejó patente que los referentes musicales de su padre son para ella de la prehistoria y el propio Carlos Tarque pensaría que hay generaciones para las que es una persona anónima. Sin mirarnos, creo que ambos pensamos lo mismo, ojalá algún día esta niña cante una canción de M-Clan y se acuerde entonces de que un día no quiso hacerse una foto con su cantante en la Costa da Morte.
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