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Alfombras y poetas

19/03/2021
 Actualizado a 19/03/2021
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Ayer por la tarde cuando regresaba a casa caminando despacio, como sucede últimamente, en la Plaza de las Cortes Leonesas, próxima a la Comisaría de la Policía Nacional, con seis litros de frío en el pecho sentí que la travesía del recuerdo poco menos que voceaba en mis oídos anunciando alfombras rebajadas procedentes de Irán. Me emocioné. Reconozco que me emocioné. Visualicé los hilos azul, granate, blanco o negro que mostraba cada una. ¿Que por qué sé lo que cuento? No es el conocimiento del artesano cuyas manos besaron su textura días y días. Tampoco las horas dedicadas a su estudio. Preguntádselo a Mashad o Isfahan. Tales ciudades saben responderos a la perfección. Yo, escasa en conocimientos, me limito a repetiros lo que con gran escasez ponen unas bien visibles etiquetas, donde consta el precio, rebajado, las medidas y el origen del producto. Irán, Irán ayer cuando el sol hubo marchado has venido tú a mí, no al revés. Irán, Irán tus bellas alfombras se encontraban expuestas en Tejidos Fernández. Las contemplé, escruté, volé sobre varias como si fuese una bruja sobre su propia escoba a diario.

Las miré, remiré hasta llegar a saborear su presencia. Luego me fui a un banco lateral. Me senté. Pronto crucé el cielo en un patinete eléctrico. Debajo de mí disputaban un grupo de poetas de Shirak, tal vez los mismos que amaban el vino y las mujeres. En Pasargada oré ante la tumba de Ciro el Grande y luego o antes, no recuerdo bien, en el mausoleo de Hafiz, quien junto con Ferdusi y Saadi conforman los tres grandes nombres de la poesía persa. Particularmente me quedo con Hafiz y me apropio estos versos suyos (la traducción al castellano de su obra completa, Los gazales de Hafiz, debida a Enrique Fernández Latour en la editorial Visor es bastante deficiente, no así el prólogo perteneciente a Luis Antonio de Villena):

¡Oh, alma mía, alma mía! Tu
juventud se ha ido y no has cosechado
tus rosas. Y ahora estás en
la hora austera.
Hafiz tiene sed. Dulce Céfiro:
Llevadle al amor las notas de su esclavo!

Ahora hablo para ti, Hafiz. Escribo para ti. Acepta complaciente estas lejanas palabras rebotando en el aire con vino y pistachos.

Hafiz, Hafiz, la imaginación viaja a diario conmigo.
Hafiz, Hafiz, adoro el hombre juicioso y virtuoso que existe en ti.
Hafiz, Hafiz,en lo vertiginoso entran mis pesadillas nocturnas.
Hafiz, Hafiz, Freud y Bacon eran muy promiscuos.
Hafiz, Hafiz, amo el transeúnte que deposita alegría en mí.
Hafiz, Hafiz, ¿a qué? ¿A qué?
Hafiz, Hafiz, tú no lo sabes pero mi Dios se equivoca como una espiritualidad apenas viva.
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