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Alerta amarilla por tormentos

08/07/2019
 Actualizado a 16/09/2019
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La Agencia Especial de Mirantes para Estar Tranquilo (Aemet) –puritita casualidad– ha activado la alerta amarilla por tormentos. Son tiempos de calores rigurosos, patios llenos de vida en las horas en las que la vida se debería suspender –los horarios ya son relativos, los que no duermen de día, lo hacen de noche–, sequías, plenos de investiduras, embestiduras en plenos y aquí nadie se rasga las vestiduras. No se asusten, en estos tiempos de festivales y de exaltación musical se le caen a unolas rimas del Bic.

Los tormentos llegan sin más. Está uno tranquilamente recogiendo las rimas que se le han caído del Bic en la piscina, por ejemplo, y llega el airín, luego el airón y chaparrón. La nube puede llegar por el móvil, en el bolsón de los que se ponen al lado o por los propios humores de uno mismo. Lo bueno sería que empezaran a comercializar el detector ese de gilipolleces que promocionan los Lendakaris Muertos. Igual que hay aplicaciones que alertan de que la piedra está cayendo a cinco kilómetros, estaría bien el chivato que alarmara de los tormentos. Al final, poniéndose en lo peor, si persisten la alerta, puede pasar como lo que cantaba el mítico –al menos para mí– grupo leonés La Calle, que aseguraban «todo este tiempo he intentado comprender que solo tengo dos alternativas, entre las dos tengo que escoger o me suicido o me quito la vida». Como se ve, a ellos también se les caían las rimas del Bic y como tenían su lado sombrío –nada emo– cantaba esas cosas y terminaron por llamarse Seres Ocultos –«Mari pili, chica bien, ahora lleva los pelos de colores, porque su novio trabaja en el cementerio, mi nena, te quiero así, en el cementerio, oooh», era otro tema–.

En base a todos estos recuerdos activa la Aemet –la mía– la alertamarilla. Pero con el termometro chinchado refrescan los recuerdos que suenan «tormenta de verano, sobre mis pies, como cada noche en tus brazos vuelvo a caer».
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