11/03/2016
 Actualizado a 19/09/2019
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Si hay un sector económico en el que l Bierzo recibe continuas alegrías ese es el del vino. La última alegría tiene que ver con el premio que le reconoce a Raúl Pérez como mejor enólogo del mundo en el año 2015. ¡Sí!, ¡mejor del mundo! El premio es otorgado por la publicación especializada Bettane+Desseauve y es similar al que la revista alemana especializada Der Feinschmecker le concediera en 2014. A los premios de Raúl se suman los de Álvaro Palacios que recibió recientemente el prestigioso ‘Decanter Man of The Year 2015’. El vino del Bierzo no sólo juega la “champions league” del vino, la gana.

Tanto Raúl como Álvaro son los nombres más visibles de un importante número de proyectos que creen que el límite de calidad de un vino es infinito. Y que han tenido la maestría de encontrar recoletos y escondidos viñedos con capacidad para proveer vinos excelentes, de características singulares y seductoras. El Bierzo está lleno de esos rincones del territorio con rasgos físicos, suelos, orientaciones y microclimas únicos donde la caprichosa Mencía expresa todo su carácter. Los vinos que han salido de estas cepas han dado y darán grandes alegrías al Bierzo. Recuerdo ahora como el norteamericano Robert Parker, uno de los mayores expertos en vino del mundo, seleccionó muchos de estos vinos entre los mejores del mundo.

A pesar de la crisis los resultados económicos del sector del vino suelen también dar alegrías. Según el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Bierzo ha habido un crecimiento sostenido con respecto a los años anteriores. En 2015 se comercializaron 8,6 millones de botellas, un 14,8% más que en 2013. Además, 4 nuevas bodegas se incorporaban al Consejo Regulador, que ya suma 77.

Entre tanta alegría, ¿puede el vino dar alguna tristeza? Sí, también hay grandes tristezas. Una gran paradoja se da en el sector. A pesar de todos estos premios y galardones, el viñedo se está abandonado. En los últimos 10 años se ha perdido el 30% de la superficie, se ha pasado de 4.282 ha en 2004 a 3.018 ha en 2014.Pero aún más dramática ha sido la pérdida del 50% de los viticultores. El sector parece que no apuesta por sus productores, el bajo precio de la uva en relación con los costes de producción y la falta de relevo generacional es la principal razón ¿Se podrán seguir haciendo vinos que «produzcan una emoción, un estremecimiento estético y que transmitan una magia especial al tomarlos» sin viñas y viticultores? Todos estos premios y galardones, las alegrías del vino, serán sostenibles sólo y exclusivamente si el paisaje y la cultura del vino no desaparecen.
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