16/09/2020
 Actualizado a 16/09/2020
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¡Por fin! Sí, repito, ¡por fin!, se ha desatascado en el Congreso de los Diputados el debate de la Ley orgánica de regulación de la eutanasia.

Largo nos la han burlado y fiado. Cierto que no es la regulación de tan personal e individual derecho donjuanesco pájaro en mano de aquí legislo, aquí publico. Cierto que es conveniente que se tenga presente en su debate y aprobación la llamada «aurea mediocritas» o el que «la virtud no es extremista, constituye una síntesis entre los opuestos», que «es en la síntesis donde disminuye la parte peligrosa de los valores absolutos» que nos dejó dicho Aristóteles.

Porque, ay, esos valores absolutos. Ay, ese poder fáctico tan influyente, con su espiritualidad excluyente, sus beligerantes medios de comunicación y sus púlpitos. Qué bien supo aplicar, en cada ocasión que la reivindicación del derecho individual se producía, la vieja máxima de que «de lo que no se habla, no existe».

Y, claro, cómo no. Qué pensar y decir de sus acólitos –no leer meapilas o santurrones, ¡quia!– en el Congreso, PP y Vox, que pretendieron lentificar aún más la tramitación de la ley orgánica presentando sendas enmiendas a la totalidad en las que, equiparando nueva y taimadamente eutanasia con suicidio asistido (Echaniz dijo), sordos a la realidad social y como engañifa –en realidad bien saben que no son lo mismo– proponían como alternativa una ley basada en los cuidados paliativos. Ley también necesaria, obvio, pero que claramente no regularía el derecho individual, repito, individual a una muerte digna.

La verdad es que a poco más sensato que yo fuera, a poco menos necio que yo me mantuviera, no tendría por qué seguir sorprendiéndome de que la derecha española, el inestable PP, ese que, hostigado por su corrupto pasado financiero, ora se muestra como un partido de derechas, ¿centrado?, llamado a los consensos básicos para una mejor convivencia; ora chupa rueda cuando no intenta superar las mañas de la extrema derecha, Vox, capaz ella de afirmar «qué enorme es la arrogancia de quienes creen que tienen autoridad para decidir quién vive y quién muere», (Ruíz Solar, dijo), sin rubor ni memoria patria alguna.

¿Cuándo entenderán unos y otros, tan dados al recorte de derechos individuales y colectivos, tan de ordeno y mando, algo de derechos individuales y que estos se ejercen o no a voluntad individual?

¿Cuándo entenderán que mi vida y su último acto vital, la muerte, son mías? ¿Cuándo? ¿Para los demás? Nunca.

¡Salud!, y buena semana hagamos y tengamos. Cuiden, cuídense.
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