Alboral y su segundo amanecer

La revista Alboral de La Robla ya llega a su número 16, consolidando una larga andadura que afronta una nueva etapa con algunos cambios en su equipo gestor pero con la misma filosofía

Fulgencio Fernández
15/01/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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En el verano del año 2009, en el parque de La Huerga, un grupo de vecinosinicia un nuevo proyecto cultural independiente. Se presenta en sociedad la Revista Cultural de la Villa de La Robla (...) Desde ese verano, hasta el presente, hemos recibido el calor, apoyo y cariño de todos, ése ha sido el motor que nos impulsa con la misma ilusión del inicio aseguir adelantecon este proyecto». Con estas palabras explica y resume Juan Carlos Ibán Villagrá la andadura de una revista —Alboral— que en los últimos días del año presentó en la Casa de Cultura de la villa su número 16, que es tanto como decir 8 años, que es tanto como una importante andadura para publicaciones de este tipo.

Tal vez explique Ibán Villagrá en su número 16 la andadura de esta revista que juega en su nombre con su ‘amanecer’ y es a la vez el nombre de La Robla al revés porque ha iniciado una nueva andadura, con nuevas incorporaciones. Ya ocurrió en el número anterior pero en la presentación de éste fue una especie de «puesta de largo» de la nueva etapa, el segundo amanecer, que parece que no ha sido traumático con el anterior.

Llega este nuevo ejemplar manteniendo algunas de las que son las señas de identidad de Alboral, como los famosos chascarrillos de Pedro Nieto o las fotos antiguas de las gentes de La Robla. El primero de ellos está dedicado en esta ocasión a Gonzalo Martínez Valencia y con las segundas han apostadopor darles más espacio y mayores dimensiones.

Como no podía ser de otra manera buena parte de los contenidos de Alboral están dedicados a La Robla, en los aspectos más diversos: actualidad, rutas, personajes, artistas o artesanos, reportajes, rincones olvidados...

Entre los reportajes destaca uno curioso por el enfoque que le da su autor, Severiano Gallegillos Posada, uno de los que estaba en la etapa anterior y sigue en Alboral. Recuerda el paso de Vela Zanetti por la Escuela de Formación Profesional Virgen del Buen Suceso, para dejar allí sus murales, pero no acude a libros o reseñas sino a los recuerdos de quienes fueron sus ayudantes en esta tarea, puestos a su disposición por la Hullera Vasco Leonesa, de la que eran trabajadores. Muy interesantes los recuerdos y los documentos, tanto que habrá que volver sobre el reportaje con más tiempo y espacio.  

Entre las nuevas incorporaciones se encuentra Mario González, El Jilguerín de Casares, que ya le puso banda sonora a la presentación de la revista y se nota su mano en aspectos como las fotografías o una ruta (la música llegará, a buen seguro). La rutaque propone no puede ser más atractiva, tanto el recorrerla como en el aspecto visual. Es la Ruta de los Robles Centenarios. Quince kilómetros para caminar por un entorno de La Robla que a buen seguro mucha gente no conoce, saliendo de la Plaza de la Constitución del pueblo y desembocando en un paraje singular, Las Pelosas.

Curiosamente la Junta Vecinal de La Robla firma otro artículo cuyo título nos pone en la pista de lo que ofrece: ‘Un sitio para recordar: Las pelosas’, el destino de la ruta. Lo sitúan para quienes quieran acercarse a este rincón tal vez olvidado: «El camino de Pelosas enlaza el pueblo de La Robla con el pinar del Rabizo y los pueblos de Fenar. Partimos del punto limpio del pueblo y nos adentramos por el sendero marcado hasta el final del camino, donde vemos una bifurcación. Todo este recorrido es conocido como ‘el camino de Pelosas’». Parece que fue sitio de reunión y de juegos, especialmente los domingos, quedando allí a comer un plato habitual, patatas hechas allí mismo. «Pescábamos cangrejos y cogíamos ranas para luego cocinarlos. Había una presa, grande la verdad porque tenía pozos en los que nos bañábamos. Y una fuente también». El lugar promete. Si sumas Pelosas y la Ruta de los Robles Centenarios...

Al apartado de los artistas locales llega en este número un artesano, de la madera, Florentino Blas García; Nerea Astorga realiza un emotivo recuerdo de su padre, ‘Jose, el cartero’; Armando Gutiérrez un relato minero, ‘La explosión’; y hay espacios para el deporte (con Roberto García Ferreras y ‘Los atletas que corren por leche’), los caminos, la medicina... y el hostelero afincado en la Robla Bernardo José Gutiérrez rememora la tradicional matanza.
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