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Alas de mariposa

11/12/2021
 Actualizado a 11/12/2021
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Quiero creer que en la espesura del bosque se fraguan los pequeños relatos, esa suma de sutiles individualidades que en su diversidad de credos, lugares y sensibilidades son capaces de llevar a cabo las grandes gestas.

Porque es en la moderación, y en medio de lo más recóndito, agazapado en brazos de la más absoluta discreción donde parece germinar la semilla más prolífica, aun cuando sea pausadamente, del mismo modo que la insignificante y pertinaz gota de agua horada el más inaccesible de los peñascos.

La compasión no requiere de boato, de marchas triunfales que anuncien su llegada o de fotos que multipliquen las ínfulas bondadosas en redes sociales y medios de comunicación. Nadie debería ponerse medalla a costa de los pobres. Quizá por eso la Asociación Leonesa de Caridad (ASLECA) lleve desde 1906 alimentando diariamente a cientos de almas sin que muchos lo sepan, en activo silencio.

Una gran parte de leoneses desconocen que hay un comedor social en la Plaza Puerta Obispo, custodiado por la catedral, donde a determinadas horas que coinciden con las de las comidas, gentes variopintas rondan por la plaza atisbando el momento en que se abra la gran puerta del viejo caserón.

Una vez conocí a una mujer llamada Pilar que confesaba haber acudido allí en más de una ocasión: abandonada económicamente por su marido, desahuciada, y con dos churumbeles en ristre, uno de los cuales hoy ya estudia en la universidad, pudo salir adelante gracias a la solidaridad de algunas personas, entre ellas los voluntarios y benefactores.

Agota escuchar esa manida cantinela de los negacionistas, que también en cuestiones de pobres militan, y que dice aquello de que «esos que van a comer, muchos viven del cuento». Ojalá acabaran de aceptar que por allí transitan padres en apuros que necesitan alimentar a su prole, carrileros que llevan su vida sobre las chirriantes ruedas de un maltrecho carrito porque no supieron recoger otra cosecha de la siembra de su vida, eternos mochileros que caminan hacia ningún sitio, parados, alcanzados por las funestas consecuencias de una pandemia que no solo llena hospitales, sino que también vacía bolsillos sumiendo a sus víctimas en la desolación.

Dice un conocido dicho popular chino que «el leve aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del planeta». Pues bien, desde la espesura de los bosques leoneses un grupo de escritores tenemos una pequeña obra literaria en la mano cuyo vuelo queremos tornar en alas para que la asociación sea conocida, y pueda seguir realizando su extraordinaria labor solidaria. Se trata de un libro cuyos beneficios serán íntegramente destinados a Asleca.

Pronto les contaré algo más sobre el proyecto que presentaremos el 27 de diciembre.

No se tratará de hablarles de nuestro libro, sino del de los descartados.
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