Alaiz se pone un dorsal 27 meses después con buenas sensaciones

El túnel que en muchas ocasiones parecía no tener salida terminó de encontrar ayer la luz para Roberto Alaiz. El pupilo de José Enrique Villacorta se ponía un dorsal 27 meses después de parar por un problema en el aquiles que terminó convirtiéndose en una rotura, una mala recuperación y una recaída que tras mucho trabajo le permiten volver a competir.

Finalmente el leonés se decidió para reaparecer por la Milla de Aranda de Duero que organiza un clásico del atletismo nacional como Juan Carlos Higuero como preparación a lo que será el primer ‘test’ serio para él, Corrales del Buelna, de cara al que quiere que sea su reencuentro con la internacionalidad, el Europeo de Berlín del próximo agosto.

Alaiz firmó una primera carrera en la que pagó un mal inicio, pero en la que fue de menos a más dejando buenas sensaciones estando al nivel de nombres como los de Sebas Martos. Sin embargo, tras la carrera reconocía aún «ver muy lejos» la clasificación continental que pretende hacer en los 5.000 metros «porque la carrera me ha puesto en mi sitio». Pese a ello, afirmaba que «todas las horas de trabajo duro y muchísimo tiempo solo con estar aquí merecen la pena». Así mismo, dejó claro que su gran objetivo tras la vuelta «es estar en Tokio 2020 en los 3.000 obstáculos, desde que me perdí Río pienso en ello».

Pero antes de la carrera masculina fue el turno para la femenina, con dos representantes de la provincia entre las atletas élite: Nuria Lugueros y Marta García. Las dos tuvieron un papel importante siendo la berciana tercera en meta y la virginiana quinta (este año cumple su primero en categoría sub 23) en una carrera que estuvo dominada precisamente por una atleta que entrena en León a las órdenes de José Villacorta, Cristina Espejo.