01/02/2020
 Actualizado a 01/02/2020
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El escritor espiritualista norteamericano H. Jackson Brown Jr. dijo una vez: «La oportunidad baila con quienes están en la pista de baile». Y no le falta razón.

El Ayuntamiento de Barcelona ha decidido decir ‘no’ al Hermitage. Se contemplaba la ubicación de una franquicia del célebre museo ruso en la bocana norte del puerto, pero los informes ambientales, económicos y culturales realizados por expertos de la confianza de la alcaldesa Colau han concluido que Barcelona no necesita el Hermitage.

Una lástima. Si la objeción más importante era el impacto medioambiental podrían haber puesto más interés en el proyecto y haber ofrecido a los responsables de la franquicia (con diligencia y muchas ganas), otro emplazamiento realmente goloso. Bilbao recibió con los brazos abiertos al Guggenheim y nadie duda que haya sido un acierto, atrayendo turismo cultural de calidad. Si bien Barcelona cuenta con el Museo Picasso, el Real Círculo Artístico y el Museo de Arte Contemporáneo, Madrid le supera por goleada gracias al Prado, al Reina Sofía y al Thyssen-Bornemisza. Estos trenes sólo pasan una vez. Y si no que nos lo digan a los leoneses. Aún recuerdo cuando nuestro Consistorio rechazó la oferta de acoger en León una subsede del Prado, sustituyendo este proyecto, que finalmente se fue a Ávila, por el Museo de la Semana Santa. Imperdonable. El Museo de la Semana Santa que, por cierto, se está tragando un dineral obsceno, podría haberse construido en cualquier otro momento, no era óbice ni mucho menos competencia. Además, la Semana Santa, aun siendo patrimonio importante de nuestra cultura, no suscita interés en un amplio sector de la sociedad, atrae más bien turismo religioso y cofrade. Respetable, pero minoritario; mientras que las joyas del Prado hoy ya perdidas no volverán y los leoneses nos quedamos solos al toque de corneta y capirucho. Lo dicho, hay corregidores que no saben cogerlas al vuelo.
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