25/07/2020
 Actualizado a 25/07/2020
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«Nadie da paso sin huarache», que dirían en México, o lo que es lo mismo en versión ibérica: «nadie da duros a cuatro pesetas». España ha conseguido 140.000 millones de euros para los próximos seis años. El presupuesto para la llamada ‘reconstrucción’. Casi tanto como el Gobierno de España ambicionaba. Es un gran logro que nos permitirá salir a flote y respirar, no cabe duda. Eso siempre y cuando se gestione bien el dineral. Pero para eso ya están los nórdicos y el timón general de la UE, pues el trato tiene su letra, grande o pequeña. La concesión no es gratuita; sin embargo, lo que puede parecer una invasión en nuestra ‘intimidad política’, créanme, es lo mejor que nos podría pasar.

Sería demencial que esos fondos no terminasen alimentando las arcas de los objetivos para los que fueron concebidos: mejorar la sanidad, que España esté preparada en caso de una siguiente oleada, la educación digital, simplificar burocracia para reactivar el tejido industrial, alcanzar una mejor coordinación entre CCAA, Ayuntamientos y Gobierno central. Tantos niveles de actuación y gestión encarecen y dificultan la actividad económica (ojo al dato). Además, debemos invertir más en ciencia, transición ecológica e investigación, asegurar la debida protección social hacia los más vulnerables y establecer una reforma laboral y fiscal que atraiga la inversión y haga disminuir la tasa de desempleo. Sólo les faltó recomendarnos no malgastar la pasta en chiringuitos para colocar a amiguetes y cuñados. Educados que son. No hubiese estado mal una indirecta, nunca está de más prevenir nuestra ancestral picaresca. Para empezar, no es desdeñable la estrategia. Suena a rescate más que a ayuda, pero, al fin y al cabo, lo necesitamos, no estamos para desaires ni exigencias. Y si no cumplimos, uno o más de los 27 que nos vigilan ponen freno y marcha atrás, lo que sería terrible para nuestra ya debilitada economía. Así somos, de fiar.
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