06/06/2017
 Actualizado a 14/09/2019
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El Obispo de Solsona, Xavier Novell, a quien tengo el gusto de conocer personalmente, es un obispo preocupado por hacer llegar el Evangelio a los más alejados. Cierto que ha sido objeto de muchas críticas, incluida la nuestra, por sus manifestaciones sobre el llamado derecho a decidir. Aunque a nivel particular pueda tener sus ideas, como Obispo se debe a todos por igual. No obstante, seguimos pensando que es un obispo ejemplar.

Ahora las críticas le han venido desde otro flanco, acusándolo de homofobia, llegando algunos ayuntamientos a declararlo persona ‘non grata’, a raíz del siguiente comentario en su glosa dominical: «Me pregunto si el fenómeno creciente de la confusión en la orientación sexual de bastantes chicos adolescentes no será debida a que en la cultura occidental, la figura del padre estaría simbólicamente ausente, desviada, desvanecida. ¿Incluso la virilidad parecería cuestionada?»

¿Tiene esto algo que ver con el pensamiento del Papa Francisco? Todos recordamos la respuesta der Papa cuando le preguntaron qué pensaba sobre los homosexuales: «¿Quién soy yo para juzgarlos?». Tampoco creemos que el obispo catalán pretendiera juzgar a nadie. No obstante, escuchemos, o leamos, lo que dice Francisco en su Exhortación ‘La alegría del amor’: «En la cultura occidental, la figura del padre estaría simbólicamente ausente, desviada, desvanecida. Aun la virilidad pareciera cuestionada. Se ha producido una comprensible confusión, porque en un primer momento esto se percibió como una liberación» (Nº 176). «Un padre con una clara y feliz identidad masculina, que a su vez combine en su trato con la mujer el afecto y la protección, es tan necesario como los cuidados maternos» (Nº 175).

O sea, que en el peor de los casos, al obispo de Solsona habría que acusarlo de plagiar al Papa. En realidad para ser justos con Monseñor Novell habría que declarar también al Papa persona ‘non grata’ y homófobo.

Finalmente podemos terminar con palabras de Francisco que Xavier también asume: «Con los Padres sinodales, he tomado en consideración la situación de las familias que viven la experiencia de tener en su seno a personas con tendencias homosexuales, una experiencia nada fácil ni para los padres ni para sus hijos, Por eso, deseamos ante todo reiterar que toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad y acogida con respeto, procurando evitar todo signo de discriminación injusta y particularmente cualquier forma de agresión y violencia» (Nº 250).
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