Al cielo no lo cambia ni dios

06/10/2020
 Actualizado a 06/10/2020
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Decimos que «se acaban los pastores» y ahí nos quedamos, como un signo más de nuestros tiempos, como se acabaron tantos otros oficios, como desaparecieron con ellos tantos nombres y tantas historias.

Pero, hasta donde yo he podido ver y sobre todo escuchar, no reparamos que en el mismo tren en el que se van los pastores, los viejos pastores, emigran los sabios y los filósofos que en ellos viven.

Un pastor como el de la foto contaba su percepción de la vida, explicaba la lógica incuestionable de las hierbas malas y las buenas, desvelaba cómo interpretaba los mensajes de las nubes y los vientos, hablaba con los mastines y mandaba trabajar a los careas... hasta que una alta ejecutiva en sus cosas se atrevió a preguntarle:

- ¿Y usted cómo sabe todas esas cosas?

- Porque paso muchas horas solo en el monte y así tengo mucho tiempo para pensarlas y razonarlas.

Y silbó a los perros para que fueran bajando al rebaño, poco a poco, «que ya es hora» musitó, mientras miraba al horizonte.

- Dice que ya es hora pero no ha mirado al reloj; le insistió la ejecutiva, que aún digería la respuesta anterior.

- No he mirado al reloj pero he mirado al cielo, que al reloj le cambiáis la hora a vuestro antojo pero al cielo no lo cambia ni dios.
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