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Al alba, la misma canción

14/01/2015
 Actualizado a 07/09/2019
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Era en 1975, 27 de Septiembre, cuando en España se llavaba a cabo la ejecución de cinco jóvenes acusados de pertenecer a ETA y al FRAP.

Franco estaba a punto de morir y, como los vampiros, necesitaba sangre fresca para alargar el Régimen. El día me pilló trabajando en Francia y aquella mañana –al Alba, como cantaba Luis Eduardo Aute– mi amigo Antonio y yo sentimos un duro pesar y la sensación de frustración y vergüenza de ser de aquella España.

Todos los medios se hicieron eco de la noticia en aquella Europa de las libertades revividas en Mayo del 68. Hasta el Papa amenazó con excomulgar al dictador.

Pero quién dio la noticia sin paliativos fue precisamente el hebdomadario –semanario– Charlie Hebdo, en cuya portada escuetamente ponía: ‘Franco Assasin’. Justo lo que pensábamos dicho, sin tanta palabrería y tanto análisis. Entonces yo sí fui Charlie.

Si luctuoso fue el atentado, me preocupan más las consecuencias. Tanto líder, tanto poder, junto para salir en la foto y decir obviedades, ajenos a la situación.

Unidad, solidaridad, pluralismo... en estas situaciones. ¿Imprevisibles? Claro que no, hay certeza de que van a repetirse gracias a la inoperancia y prepotencia de Occidente.

¿No tienen relación los atentados con la reunión de Aznar, Bush y Blair en las Azores? ¿O Estados Unidos, armando a Laden y sus talibanes en la lucha contra la URSS en Afganistán? Como se dice popularmente, de aquellos polvos vienen estos lodos.

Volviendo a los actos de terrorismo. Cuando en el País Vasco se mataba, el ruido era de ETA. Si en Irlanda estallaba una bomba, los cascotes eran del Ira. Cuando se decapita a viajeros y periodistas; se secuestran niñas; se dinamitan iglesias cristianas; cuando se perpetran genocidios como en Sudán o Siria... ¿quién está detrás? ¿Quién estará delante? La misma canción.

Fui Charlie en el 75, y ahora todavía más que siempre. Pero no olvides que, los mártires del cristianismo no eran los que mataban, sino los que se dejaban matar sin hacer nada.
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