Aitana Castaño: "Hay que estar con los sindicatos sí o sí, no hay otra"

La periodista estará este martes en León para presentar ‘Conciencia de clase’, 11 historias de hechos vinculados a la historia de CC.OO. Con la asturiana estarán Bruno Estrada y Daniel Bernabé

Fulgencio Fernández
21/09/2021
 Actualizado a 21/09/2021
La periodista asturiana Aitana Castaño, de la cuenca minera, estará este martes en la presentación del libro, en el que colabora con uno de los once relatos.
La periodista asturiana Aitana Castaño, de la cuenca minera, estará este martes en la presentación del libro, en el que colabora con uno de los once relatos.
En el subtítulo del libro que este martes se presenta en Ayuntamiento de León (a las 19 horas) hay que fijarse en el plural que lleva. Al título genérico de ‘Conciencia de clase’ añade ‘Historias de las Comisiones Obreras’. «Nos es la historia del sindicato, son historias, pequeñas, olvidadas o desconocidas, que conforman un mosaico de relatos que nos dan una idea de la historia general, algunos de los años 50, anteriores incluso a lo que  consideramos el ‘nacimiento oficial’ del sindicato», explica el economista Bruno Estrada, que ha sido el coordinador de este Volumen II de historias que, dice, «podríamos considerar hijo del primero pues ante la buena acogida que tuvo el propio editor nos propuso una segunda entrega, que es esta que el martes presentamos en León». Será a las 19 horas, con presencia de Estrada, que estará acompañado de dos de los autores de relatos:  la periodista asturiana Aitana Castaño y el también periodista y escritor Daniel Bernabé.  

Recuerda Estrada que se considera  como fecha de la fundación de CC.OO. «a finales de los años 50 en la mina de La Camocha, aquellas reuniones que le dieron una proyección pública al trabajo que se venía realizando en silencio, casi de manera clandestina. Las cuencas mineras de Asturias y León fueron fundamentales en este nacimiento, hasta desembocar en el año 62 en la recordada ‘huelgona’,  con participación de miles de trabajadores, todavía en la ilegalidad».

Para ‘ilustrar’ lo que supone el sindicalismo y las cuencas mineras no hay mejor ejemplo que una de las ponentes de esta tarde, la periodista Aitana Castaño —autora de libros como ‘Carboneras’— quien explica que «cuando me preguntan que cómo entré en contacto con Comisiones —porque yo el único carné que he tenido en la vida es el de CC.OO.— siempre digo que porque soy de ‘la cuenca’ (Langreo, 1980) y allí aprendí que es obligado estar en un sindicato». A ello se une en su caso la tradición familiar pues Aitana es hija de Juan Ignacio Castaño, un histórico del PCE en Asturias. Esta segunda parte recoge historias de once escritores y periodistas, con un variado abanico de hechos. Participan autores como Nativel Preciado, José Manuel Fernández, Jordi Amat, Martí Domínguez, Marta Sanz, Andy Robinson, Ana Iris Simón, Luisge Martín y la leonesa Olga Rodríguez.En el caso de Castaño se trata de «un grupo de mujeres que a mediados de los 70 conforman la primera sectorial del comercio en el Valle del Nalón. Está ficcionada pero basada en una historia absolutamente real, para poder hablar de cómo nació la conciencia de clase entre las mujeres de un territorio en el que la minería extendía esta conciencia de clase, exportaba su modus operandi e impregnaba a otros sectores y así aquellas mujeres entendieron que hacía falta unirse para ser más fuertes y lo lograron, hasta el punto que llegaron a ser 500 afiliadas en aquel grupo del comercio, en las primitivas comisiones obreras».Son varias las historias de este volumen protagonizadas por mujeres  o escritas por mujeres. Una de ellas es la de Martí Domínguez, quien recrea  «el encierro, en 1976, de 300 trabajadoras de Motor Ibérica en Barcelona en una iglesia. Fue una batalla dura, llena de incomprensiones, a veces incluso de sus maridos que les pedían salir con preguntas como ¿quién hace la cena en casa? Resistieron y salieron mucho más fuertes de lo que habían entrado». Ellas mismas lo explicaban: «Aquí nos hemos encerrado para demandar la inmediata readmisión de los despedidos y para conseguir un aumento salarial. Pero además buscamos nuestra visibilidad, que se cuente con nosotras, es una lucha feminista».Recuerda Aitana Castaño que no todas son batallas ‘históricas’, de los orígenes del sindicato, hay otras mucho más actuales. «Me gusta mucho la que cuenta Luisge Martín, muy de nuestros días pues recrea las vivencias de «unos trabajadores españoles en un almacén de Amazon en Holanda, las condiciones en las que viven, en campamentos, compartiendo incluso camas con otros trabajadores que tienen horarios diferentes». - Una entrega, diez entregas, cien entregas. Vivimos en un mundo difícil y todos estamos un poco jodidos, dice ella. Roy se queda callado durante un instante. Todos no, señora, dice en voz muy baja. Todos no; escribe Luisge Martín en su relato. Otro relato muy actual es el de Ana Iris, que recrea «su propia historia personal y la cantidad de EREs, ERTEs y complicadas situaciones laborales que le ha tocado soportar». La leonesa Olga Rodríguez aborda con Daniel Bernabé un caso bastante más conocido, y cruel, como fue «los asesinatos por elementos de la extrema derecha en un despacho de abogados laboralistas» en el que entre los heridos se encontraba una leonesa, Dolores González, que mataron a su marido en aquella masacre.

- Aquel miércoles 26 de enero de 1977 el silencio fue muestra de dolor, de respeto, de compañerismo, de fortaleza y disciplina. Fue un silencio imponente e imperturbable. El silencio de doscientas mil personas que rodeaban la capilla ardiente del Colegio de Abogados; escriben.

Once historias para componer una gran historia de este sindicato. Nativel Preciado elige la figura de la mujer de Marcelino Camacho, Josefina Samper, de quien escribe: «Cada vez que a Marcelino le decían que éramos tontos, que no íbamos a conseguir nada, que los ricos siempre tuvieron el poder y siempre lo tendrán, él respondía lo mismo: ni nos domaron, ni nos doblegaron, ni nos van a domesticar».

No falta, incluso, una referencia a aquella salida de tono de Urdaci en la tele, lo hace Ana Iris Simón (Campo de Criptana, 1991): «Cuando Urdaci dijo aquello de ce-ce-o-o en el Telediario y mis padres lo convirtieron en burla hogareña, tuvieron que explicarme, por primera vez en mi vida, lo que era un sindicato. Y por última por qué era importante».

Todos ellos son conscientes de que existe ahora mismo una corriente «interesada» de descrédito hacia los sindicatos. Aitana Castaño se muestra convencida de que «hay que estar en un sindicato, el que sea, es la única defensa de la clase trabajadora y yo entiendo por trabajador a aquel que no tiene más que su trabajo, sus manos, y que si lo pierde no tiene nada. Claro que en los sindicatos se pueden haber hecho cosas mal —tarjetas black, etc—hay que reconocerlo, asumirlo y seguir trabajando» y se plantea una reflexión: «El presidente de Estados Unidos está con los sindicatos, los apoya... parece que ha entendido algo que es una obviedad, que una clase trabajadora estable mejora la situación del país, que a un país no lo saca adelante la clase alta, ni siquiera la media, sino los trabajadores. Ahí está el ejemplo de la pandemia», tan cercano como evidente.
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