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¡Ah, es ‘la grandeur’!

15/02/2019
 Actualizado a 18/09/2019
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Es un término francés que el general De Gaulle utilizaba en cuanto tenía ocasión, y que por estos lares no usamos. Lo que no quiere decir que no lo apliquemos.

Especialmente en los años gloriosos en que, superando a Italia en renta per cápita (decían), estábamos a punto de coger a Francia.

Vamos, que no había quien nos tosiera. Y reconozco que hasta yo mismo me sentía ancho y largo con ello: ya estaba bien de que nos mojaran la oreja un montón de países europeos mientras íbamos por el mundo de segundones.

Pero, claro, al final, éramos un gigante con pies de barro, aunque, y mientras tanto, hicimos barbaridades sin orden ni concierto. Esto era Jauja.

Hace más o menos una semana nos desayunamos con una noticia que, quizás por no ser la primera vez que sucedía, pasó, no voy a decir que desapercibida, pero sí con menor resplandor del que debía.

Según nos dijo el Tribunal de Cuentas, las Sociedades de Integración Ferroviaria había incrementado los costes de varias operaciones de soterramiento de estaciones en más de 7.000 (siete mil, para que no haya duda) millones de euros, pasando de más o menos 5.000 millones previstos a más de 11.000 millones.

Lo más chusco de todo era, más bien es, que se trata de actuaciones que, salvo Zaragoza, prácticamente ni se habían comenzado: Almería, Cartagena, Murcia, Vitoria, Palencia, Valladolid…

No es que fuéramos ricos, es que éramos riquísimos, así que nos lanzamos a los mega proyectos, mega estaciones y mega todo.

Pero bueno !Qué era eso de soterrar lo imprescindible y hacer una estación razonable; no señor, hay que hacer lo más de lo más: soterramientos kilométricos (si aquél los hace grandes ¿porqué yo no?), estaciones gigantescas, de arquitectura singular y, por tanto, muy cara, con actuaciones urbanísticas de cuento de la lechera que, con la llegada de la dura realidad se han quedado en vana ilusión.

Creo que, al final, al menos aquí, en León vamos a tener una solución, quizás pobre, comparada con las de otros sitios, pero la tendremos, que los otros van a tener que esperar sentados.

Y no es que nosotros no tuviéramos cuento propio.

A ver, rememoremos.

Iniciamos el proyecto con una solución bastante parecida, quizás algo más amplia, a la que se está construyendo. Luego ampliamos hasta casi el polígono industrial de Onzonilla, después hasta más allá del supermercado Lidl de Trobajo, a continuación todo el trazado de via que une la conexión con Asturias y con Galicia, mientras, no íbamos a ser menos, una nueva estación que se iba a encargar a la fallecida arquitecto iraquí Zaha Hadid, de fama mundial, más un puente sobre el Bernesga, prolongación de la calle Lancia que además iba a ser, al tiempo que puente, una galería comercial, al modo del Puente Vecchio de Florencia (sólo que más grande y moderna), resultado de un concurso ganado por Eduardo Leyra (marido de Manuela Carmena). Ah! Y un grupo de hoteles y torres en el entorno del Palacio de Congresos acompañados de mil y pico viviendas de cuya venta saldrían los fondos necesarios para toda la operación.

Si todo esto (aquello), no era ‘grandeur’…

Y ahora hemos vuelto a la proposición inicial, más pobre, menos espectacular, con una estación ‘provisional’ que se hace definitiva, pero, al fin y a la postre, tal como se ha demostrado, y visto lo visto en el informe del Tribunal de Cuentas, también más real. Tanto, que aquí se va a llevar a buen puerto el soterramiento, mientras que, a los demás, los que siguieron con su línea mega atómica y superheterodina, veremos cuando les llega. Si les llega.

Nos falta, eso sí, el segundo carril completo hasta Valladolid. Pero no importa, porque cuando se inicie la conexión a Asturias, con el aumento del tráfico, será imprescindible. Sólo hay que esperar.

La verdad es que aquel planteamiento era estupendo y fue bonito mientras duró, pero la realidad se impone, y parece que para bien.
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