07/11/2018
 Actualizado a 16/09/2019
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El otro día corría por las redes sociales que un periódico vallisoletano había publicado un artículo de opinión titulado ‘Ser castellano y leonés’. Y he de reconocer que lo tuve que leer dos veces, que con la primera no fue suficiente…

El artículo es un canto de alabanza a la comunidad autónoma, en el que se dicen cosas como que ser de Castilla y León «reafirma el nexo unificador y pleno que la historia y la memoria fueron agregando a lo largo de los siglos», «suscita la emoción y la devoción por el ser humano que sueña en el pasado y contempla el futuro» o que «es sentir el apego de la herencia (…)». Y no tendría más recorrido si su autor no fuera leonés –oye, no deja de ser curioso–; y director del Instituto Leonés de Cultura. Y eso, quizá, llame aún más la atención, máxime cuando no es su primer artículo en esta línea…

Alonso Ares, como todo el mundo, puede pensar lo que parezca; ¡faltaría más! Y plasmarlo por escrito, claro –y en eso tiene tablas–, aún a sabiendas de que se va a encontrar con lectores que no lo compartan. Como yo, sin ir más lejos. De hecho, a mi modo de ver, «ser castellano y leonés» es imposible: o se es lo uno, o lo otro. Y, naturalmente, cada pueblo posee sus propias historia, cultura, ‘herencia’…; idiosincrasia, en definitiva. Pero, desde luego, no son la misma.

En todo caso, cada uno tenemos nuestra opinión, aunque hay aspectos objetivos sobre los que no caben valoraciones, pero ese es otro tema… Es más, no soy capaz de entender cómo cuestiones ‘de cajón’ no todo el mundo las ve –o no las quiere ver– tan claras…

De todas formas, tras varias décadas haciendo verdaderos esfuerzos por intentar mezclar agua y aceite, siguen sin conseguirlo. Un ejemplo más llegaba hace un mes, cuando el portal Electomanía daba a conocer los resultados de una encuesta de simpatía sobre las autonomías: la provincia de León es la que peor valora a la comunidad autónoma de la que forma parte, a la que suspende con un 4,2. Sí, ya sé que no es ninguna sorpresa…
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