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África renace en los Pirineos

07/08/2022
 Actualizado a 07/08/2022
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En dirección contraria a la celebérrima «África empieza en los Pirineos», se me antoja una variante verbal, como réplica a esa frase tópica de desprecio hacia España y los españoles, un ingrediente más de los muchos anatemas recogidos en la llamada «leyenda negra». Aunque todavía la frase puede tener algún fundamento, afortunadamente España ya no es aquella decimonona de ¡viva las cadenas! en la regencia del mastuerzo Fernando VII.

Según parece, la despectiva frase tuvo su origen en Francia, atribuida comúnmente al escritor Alejandro Dumas. En cierta ocasión, su hijo, el autor de ‘La Dama de las Camelias’, negó rotundamente que su padre la hubiera pronunciado nunca. En opinión del historiador español Modesto Lafuente. la frase fue escrita por el abate M. de Pradt (‘Memoires Historiques en la Rèvolution d’Espagne’), París, 1816. Lo confirma el hispanófilo escritor irlandés Michael J. Quin al decir que, desde 1814 a 1820, en España la caída de un ministro era casi siempre seguida de un destierro, algunas veces de prisión y otras de la confiscación de sus bienes. Por este punto de comparación con los africanos M. de Pradt dijo que África empieza los Pirineos (‘A visit of Spain’), Londres, 1823. También la atribución de la frase a de Pradt la respalda José María Iribarren en ‘¡El porqué de los dichos’, Madrid, 1955.

Pero, como dijo el escritor portugués Luis de Camões: «Mudam-se os tempos, mudam-se as vontades. Todo mundo é composto de mudança», es por ello que la citada frase de «África empieza en los Pirineos» sufre variación copernicana a mi modo de ver en «África renace en los Pirineos», si contemplamos hoy la realidad estrictamente deportiva.

Se calcula alrededor de siete millones de negros afrodescendientes residentes en Francia, esto es, entre el 2,5 % y el 7,5 % de su población, provenientes de las actuales 9 naciones del África Occidental Francesa (Mauritania, Senegal, Malí, Guinea, Costa de Marfil, Niger, Burkina Faso , Benin y Camerún). A lo que hay que añadir los hombres y mujeres de color venidos del imperio colonial francés en América y del norte de África, especialmente de Argelia. La población emigrante de estas naciones se ha establecido humildemente en los arrabales de las urbes galas. Muchos de los descendiente han depositado su esperanza en el deporte para ganarse el sustento y poder sobresalir en la vida. La población francesa resultante conlleva las tres ‘bes’: black (negro), blanc (blanco), beur (árabe). Y tres son los colores de la bandera francesa.

Si contemplamos el color de la piel de muchos de los deportistas franceses, nada o poco hace suponer que sean sucesores de gascones, francos o bretones. Da igual que nos fijemos en los atletas, baloncestistas, balonmanistas o futbolistas. Da lo mismo centrar la mirada en si son hombres o mujeres. Una gran mayoría de los partícipes en estos deportes son negros o tostados. Lo cual es una gloria para las selecciones francesas de estos respectivos deportes, pues sobresalen en la consecución de triunfos tanto europeos como mundiales. Ejemplo de ello es el futbolista del Paris-Saint Germain, Kylian Mbappé, de padre camerunés y madre argelina, considerado el mejor jugador de fútbol del mundo, y que ha tenido embebida a toda la prensa deportiva durante meses por su posible traspaso al Real Madrid. Con final frustrado debido, además del dinero, a fuertes presiones incluida la del presidente de la República.

No sé de otras ocupaciones de negros en la sociedad francesa, pero sus éxitos deportivos son mayoritariamente de raíz africana.
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