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Adiós al humor y a la ironía

29/10/2022
 Actualizado a 29/10/2022
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Vamos echando la trapa a una semana que empezó de la peor manera posible en tierras leonesas. El lunes nos despertábamos con la noticia de la muerte de nuestro Lolo. Y utilizo ese ‘nuestro’ porque creo que es el sentimiento mayoritario de los paisanos que moramos en el terruño leonés. En mi primera reacción pública en redes sociales tras conocer su muerte decía que se nos iba un PERSONAJE en mayúsculas. Días después sigo pensando lo mismo y así lo haré hasta que vuelva a disfrutar de su humor e ironía al otro lado, el día que me llamen a filas.

Tengo que retroceder varias décadas para recuperar mi primer recuerdo que tengo de él. Cuando era niño de vez en cuando acompañaba a mi padre a la sede de La Crónica de León, ubicada en Avenida de la Facultad de la capital leonesa. En aquellos años Internet no estaba ni se le esperaba, por lo que en ocasiones mi padre aprovechaba viajes a León para entregar noticias y carretes de fotos con imágenes de lo que acontecía en el sur de León, donde ejercía de corresponsal. Y sí, en alguna de esas visitas tengo el recuerdo de haber coincidido con él. Con el paso de los años esos encuentros fortuitos se fueron convirtiendo en diarios, cuando un día sí y otro también disfrutaba de su oda humorística en el periódico. Quién le iba a decir a ese chaval de pueblo que años después, iba a tener la suerte y el honor de ser vecino de hoja de Lolo en La Nueva Crónica.

Su muerte es un drama por partida doble, ya que al pesar y vacío que ha dejado entre familiares, amigos y compañeros, hay que sumar la pérdida social que acarrea su adiós. Lolo y los de su especie están en vías de extinción. La dictadura de lo políticamente correcto lleva ya desde hace tiempo intentando estrangular a aquellas personas que utilizan el humor para ofrecer su punto de vista y opinión sobre la actualidad. Cada vez es más difícil navegar por el mar de la ironía sin que te torpedeen los talibanes de la corrección política y el buenismo mal entendido. Nos han engañado y han conseguido que tengamos una piel tan fina que no soporte nada. Parece que todo ofende. Por esta razón, la pérdida de Lolo es una pena como paisano que es, pero también por lo que representa. No me cansaré de decirlo, el día que consigan desterrar de nuestras vidas el humor y la ironía en todas sus vertientes y grados de acidez estaremos perdidos.

Que estas palabras sirvan de homenaje y reconocimiento a nuestro Lolo y a todos los de su especie, porque como apuntaba anteriormente están en peligro de extinción y créanme, nuestra sociedad les necesita.
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