Achusmadero, tendal y gatera

10/11/2020
 Actualizado a 10/11/2020
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Nunca vuelvas a decir aquello de «si las paredes hablaran», porque hablan, seguro. Tal vez sean herederas de esa que nos parece extraña teoría que manejan los forenses según la cual «la mayor y mejor información sobre una persona está encerrada en su cadáver; con la ventaja añadida de que jamás miente».

La realidad es que las paredes también hablan, como tantas otras estampas en nuestros pueblos. Esta pared nos cuenta cómo hoy se han quedado mucho más vacías las calles de un pueblo ya muy vacío, olvidado y lejano, pues nadie pasa camino del bar o de regreso, pues nadie va a tomar un café y buscar noticias, ya que la puerta está cerrada.

Cerrada como la de la foto, con un candado diferente y diferente gatera. La vieja puerta deja sin cierre de piedra y ladrillo una esquina inferior, para que sirva de gatera; como algunos bares tienen abierta media ventana para por esa gatera te puedas llevar un café para tomar en espacios libres de bicho y miedo.

La pared nos cuenta que el sol aún es capaz de asomarse un rato entre ese noviembre oscuro y frío y hay que aprovecharlo para secar la camisa, precisamente al abrigo que ella ofrece, con esos ladrillos que crean refugio y abrigo pero dejan algunos ‘de canto’ para que por sus agujeros también puedas ver el mundo que hay del otro lado. Ladrillos que son achusmadero.
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