¡Acción!... luces, cámara

Pedro Ludena comenta la película 'Jack Wick 4' de Chad Stahelski

Pedro Ludena
31/03/2023
 Actualizado a 31/03/2023
Keanu Reeves en su personaje de acción para la cuarta entrega de la franquicia ‘John Wick’.
Keanu Reeves en su personaje de acción para la cuarta entrega de la franquicia ‘John Wick’.
 ‘Jack Wick 4’
Director: Chad Stahelski.
Intérpretes: Keanu Reeves, Donnie Yen, Bill Skarsgärd, Shamier Anderson.
Género: Acción.
Duración: 169 minutos.

El hombre del saco’ regresa por cuarta vez a por los que no se han portado bien, componiendo su última sinfonía de violencia desenfrenada y guion escueto, que representa todo un hito para el cine de acción actual, subiendo, y mucho, el listón para el que esté por venir.

Hace casi una década Keanu Reeves volvió a nuestros televisores, ya que en España ni siquiera se estrenó en cines, con ‘John Wick’, la historia de un asesino retirado que debe desempolvar su traje para mancharlo de sangre una vez más en pos de vengar el asesinato de su perro, regalo póstumo de su esposa recientemente fallecida, a manos de la mafia rusa, lo que le llevaría a perpetrar una matanza por las calles de Nueva York. Lo que parecía una película más de tiros, predestinada a vagar por las plataformas de streaming esperando a ser la elección desacertada de familias indecisas (como yo mismo la descubrí en su día), acabó por convertirse en la carta de presentación de uno de los personajes más icónicos de la historia del cine de acción y en el resurgimiento de Keanu Reeves, quien consiguió librarse de la sombre de Neo y de ‘Matrix’ para interpretar el verdadero papel de su vida.

La clave del éxito de la primera ‘John Wick’ fueron sus satisfactorias escenas de enfrentamientos milimétricamente coreografiados, más parecidas a un baile que a un tiroteo, donde el realismo se hacía a un lado para dar paso a un protagonista inexorable, con unas capacidades físicas y una habilidad sobrehumana en el manejo de todo tipo de armas más en la línea de ‘Terminator’ que de ‘007’. Este énfasis en la acción tiene mucho que ver con el hecho de que su director, Chad Stahelski, fuera doble de riesgo, lo que le llevó a conocer al actor principal de ‘Matrix’ cuando sustituyó a este en sus escenas más peligrosas. Es por eso que las cintas de Stahelski, que se limitan exclusivamente a esta saga, hacen hincapié en aquello que domina, las peleas y los ‘stunts’, mientras que carecen de otros aspectos menos afines a su experiencia, como un gran guion, recurriendo más a diálogos exagerados y a frases de una sola línea solo aptas para tipos duros. A lo largo de su trilogía de ‘John Wick’, ha ido refinando su fórmula hasta alcanzar su punto álgido en esta cuarta entrega, donde se podría prescindir sin mayor problema de las escasas escenas donde no se están dando la del pulpo, y disfrutar de una historia vacía de argumento, pero infinitamente más rica en entretenimiento. Para aquellos que se quejaban de que la trama no era más que una excusa para mostrar una masacre en todo su esplendor, ahí van dos tazas.

Las técnicas de dirección de Stahelski también se han perfeccionado con la práctica, siendo capaz de reimaginar cientos de formas diferentes de acabar con alguien en cada película, a cada cual más original que la anterior y utilizando todo tipo de recursos tanto materiales como cinematográficos. La puesta en escena es la más ambiciosa de la tetralogía, apostando por planos secuencia cada vez más largos y elaborados que transmiten mucho mejor la adrenalina y el momentum de la acción, que de otra manera se perdería en cada corte. Pero si hay una escena digna de toda admiración, es la secuencia filmada casi enteramente desde una perspectiva cenital, un plano imposible donde la cámara se sitúa en el lugar del techo y sigue al protagonista a través de un piso, calcinando a todo aquel que se cruce en su camino con una escopeta de munición incendiaria, que solo hace que añadir aún más espectacularidad a la toma. Y, aunque por momentos pueda recordar a un videojuego, no cabe duda de que esto es sí que es cine.

Tampoco puedo olvidarme de mencionar la atención a la paleta de color de esta cuarta parte, pudiendo distinguir cada uno de los tres actos en un solo vistazo: Japón y sus neones, Berlín pasado por agua y la noche iluminada por las farolas de la ciudad de la luz. Aunque en el uso de tantas localizaciones reales reside la oportunidad más desaprovechada por la película, ya que, aunque esta recorra todo el globo filmando en lugares tan representativos como la ‘Basílica del Sacré Cœur’ de París, se nota la huella del croma, lo que mantiene a su fotografía aún lejos del realismo de otras cintas del género, como ‘Misión Imposible’.

Con todo y con eso, ‘John Wick 4’ es más y mejor que todas sus predecesoras, consiguiendo ampliar las bases de su universo particular ya asentado por estas, plagado de asesinos y sociedades secretas, el cual, sin dejar de ser un mero recipiente para que el bueno de John lo llene de sangre, aquí cobra tanta importancia como él mismo. La estrella ve así reducido su tiempo en pantalla y su propio peso en la trama en favor de unos personajes secundarios que son el centro todas las miradas. No es de extrañar que ya se oiga hablar de potenciales secuelas y ‘spin-offs’ encabezadas por estas frescas adiciones. Entre ellas, destaca la de ‘Caine’, un carismático ex-asesino que da caza a nuestro protagonista, con una habilidad de lucha que rivaliza con la este, a pesar de ser ciego; a quien da vida Donnie Yen, reputado artista marcial, que ya representó a un diestro guerrero invidente en ‘Star Wars: Rogue One’ (2016). Esta suerte de ‘Dardevil’ se roba cada escena  que comparte con el protagónico de Keanu Reeves, como un personaje más profundo y humano en contraposición del taciturno ‘Baba Yaga’ (como se le conoce a Wick en el mundillo). No obstante, en la versión doblada juega con ventaja, ya que le presta su voz el inconfundible Luis Posada, actor de doblaje de nombres de la talla de Leonardo DiCaprio o Johnny Depp, cuyo característico timbre lo hace sobresalir en cada conversación.

En definitiva, quien tenga pensado ir al cine esperando ver un intrincado relato con grandes implicaciones y un mensaje profundo, que se quede en casa y deje libre la butaca para todos los que sencillamente queremos disfrutar de casi tres horas de Keanu Reeves peleando con uñas, dientes y balas, de una aventura de acción pura y dura, desenfrenada y sin tapujos. ¡Dos tazas, por favor!
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