Que no te vean, al menos la cara. Que no te conozcan. Eso es algo seguramente saludable y, sobre todo, muy entretenido. Pero tú necesitas ver, controlar, saber... por eso resultan fundamentales las gafas, hasta con trajes de antes de inventarlas; si ello fuera posible si damos por bueno que son un invento del monjeAlejandro della Spina, allá por el siglo XIV.
Su fama radica en la capacidad de controlar, de verlo todo... aunque la espalda es un su punto débil, de ahí la mala fama de apuñalarte por la espalda. Una antigua pintada de las últimas tapias de las Eras de Renueva mantuvo durante años unasugerencia: «Que por la espalda también vengan los abrazos». Sería la mejor forma de acabar con la leyenda negra, con los puñales clavados de la peor forma posible, por la espalda. Y no solo los puñales de daga y cuchillo, también los otros, los puñales del alma, las traiciones de quien jamás lo hubieras esperado.
En tiempos pretéritos, cuando una pelea de mozos a mano abierta formaba parte del programa de fiestas de cualquier romería de pradera y que siempre se resolvía sin necesidad de fletar ambulancias hacia ningún hospital —«cosa de tiritas», se decía— un experto en enfrentarse en solitario a varios ‘enemigos’, lo que le había dado fama en ‘la contorna’, explicaba elsecreto para salir airoso de la pelea desigual. «Antes de empezar, busca una pared, y apóyate en ella, que nadie te pueda atacar por la espalda».
Suele pasar, de hecho acaba de hacerlo otra vez, que detodas las imágenes que tienes enfrente sólo te fijas en una perdida en la esquina. Oen las gafas, que no formaban parte del disfraz.
Es lo de ver el dedo o la luna. Hay que elegir.
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