Imagen Juan María García Campal

A vueltas con la patria

29/11/2017
 Actualizado a 16/09/2019
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Después de leer las noticias sobre el lugar que ocupa mi querida España en cuanto a desigualdad y justicia social dentro de la Unión Europea, bien supuse que al salir a las calles me encontraría con un notable incremento en el número de banderas patrias que cuelgan de ventanas y balcones y que las concentraciones patrióticas ante las principales instituciones exigiendo el fin de tales desmanes serían multitudinarias. Mas no, la realidad no acusaba reacción alguna. ¿Será el inquebrantable patriotismo más visceral para con las cosas, el territorio, la propia bandera, etc., que cordial para con las personas, los compatriotas? Vamos, ¿le importará más la integridad y estabilidad del terruño –los dioses nos libren de seísmos– que el bienestar o la vida digna de aquellos con los que lo compartimos –bis al estribillo: ¡que se jodan!, que en su día dijo la afamada y popular Andrea Fabra–? ¿Seguirá existiendo el término compatriota o se le tendrá por mero accidente físico, inevitable parte del paisaje? Extraño patriotismo me parece éste. Y, por ello, ahora, una vez más, entre realidades y desesperanzas, me explico mi falta de tal. ¿O será que dicho patriotismo y sus abanderados, en verdad, no sean más que lo que la academia fija como patrioterismo, el uno, y patrioteros, los otros?

Si con la cuestión territorial se dice que España se rompe, ¿cómo le diremos al lamentable fenómeno de que la Comisión Europea sitúe a España a la cabeza de la desigualdad por renta en la UE? ¿Será deseuropeización? ¿Qué nombre ponerle al hecho de que el Estado español figure entre los países con peor justicia social de toda la Unión Europea, ocupando el lugar 24 de los Veintiocho; es decir, diez puestos por debajo del lugar que ocupaba en 2008? ¿No dice algo la Constitución de justicia e igualdad allá por su artículo 1º? ¿Qué nombre le ponemos a que España, según el informe de la nada sospechosa Fundación Bertelsmann, presente sus peores registros en el acceso al mercado de trabajo, educación equitativa –con el segundo dato más alto de Europa en abandono escolar por detrás de Malta– y en prevención de la pobreza, donde aparece como el segundo país que más se ha degradado en ese campo después de Grecia? ¿Y al elevado porcentaje de España en población sin estudios secundarios (41,7%), sólo superado por los de Malta y Portugal, que nombre le ponemos?

Ay, España, España, ¿recordaremos algún día que la patria no es la tierra, que las personas que la tierra nutre son la patria como enseñó Tagore?
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