Cuando el maestro Pereletegui me fichó como mozo de espadas para sus crónicas taurinas de la feria de San Juan, en aquellos tiempos en los que la atención a un evento se medía en número de páginas, me dio un consejo: «No hace falta que sepas de toros, ni que te gusten, la crónica de la corrida ya la hago yo. Tú mira para los ritos, para las imágenes, para las gentes, y verás cómo te entretienen y lo pasas bien. Luego vienes y lo cuentas».
Le hice caso. Además estaba muy honrado de que me fichara, tal vez me vine arriba recordando que el maestro Pereletegui, hace unas cuantas décadas cuando era director de una emisora de radio en León, había fichado a un tal Paco Umbral, del que nadie sabía nada, hasta el punto que entonces solo se llamaba Francisco García y era de Valladolid.
El caso es que me divertí, como me prometió, viendo ritos, imágenes, estampas, sin mirar para las faenas, tanto que cuando me preguntó si «a Ponce le dieron una oreja o dos en el último toro» me di cuenta de que no sabía que había toreado Ponce. Y recordé sobre mi presencia un viejo anuncio por palabras de La Crónica que decía: «Grupo punk de Astorga precisa guitarrista, no hace falta que tenga guitarra ni que la sepa tocar».
Te propongo lo mismo. Mira la imagen. Disfruta. Y si te preguntan si es de toros o caballos, si es hombre o mujer, recuerda que no hace falta que lo sepas. A tú libre albedrío.
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