01/08/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Una de las razones por la que tanto nos gustan las vacaciones en verano es porque permiten conversar en una terraza de noche y sin demasiada prisa. En ese ambiente, un profesor de Cistierna me contaba hace unos días que la gran batalla que tiene perdida en su aula es la del uso del móvil por parte de los alumnos. La marabunta hormonal de la adolescencia siempre existirá, en trozos de papel o en wásaps, pero en aquel momento se me hizo inevitable recordar a don Jesús, uno de mis maestros de Primaria. En la escuela del pueblo el ‘don’ lo daba el alzacuello y, aunque nos enseñaba bastante sobre ríos de la península y poemas de Machado, sus clases incluían algún que otro más que censurable ‘reglazo’, ‘cintazo’ y método pedagógico con sufijo ‘-azo’. Sobre todo, don Jesús destacaba con el ‘tizazo’. Si había una mínima distracción o susurro mientras escribía una resta en la pizarra, tras un rápido giro, la tiza volaba e impactaba contra algún despistado guaje.

A veces es mejor no tentar a la suerte y pensar cómo hubiera reaccionado con una veintena de móviles bajo el pupitre, pero sí reflexionar sobre cómo esas tizas pueden volverse útiles. Por ejemplo, en el reciente gatillazo de investidura se pudo ver a multitud de trajeados adultos mirando constantemente sus smartphones resguardados por el escaño de delante. Tanto es así que un profesor vasco escribió una carta viral en redes sociales, que bien podría estar firmada por mi amigo de Cistierna, criticando cómo este ejemplo no ayuda a esas batallas perdidas en el aula. No sé si es hacer apología del ‘tizazo’, pero nadie me negará que no resulta tentador dar aviso a don Jesús para que tome cartas en el asunto.

Más allá del Congreso, en un mes tan especial como el que hoy empieza, habría que recurrir al ‘tizazo’ como terapia de choque frente a la tecnología en terrazas en las que se reúnen viejos amigos, en niños más pendientes de Instagram que en cómo su abuelo les explica el ciclo del campo o en conciertos que, de principio a fin, quedan grabados pero no vividos. ¿Tizas como solución? No hay mejor día que este jueves para que don Jesús comience a ‘hacer su agosto’.
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