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A tiros con flores

19/09/2022
 Actualizado a 19/09/2022
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A un malicioso patrón de barco vasco –otras fuentes dicen que era de origen portugués– que se dedicaba a reclutar marineros por allí con el objeto de que pusieran rumbo a América, pero sin que él nunca llegara a emprender viaja allende los mares se refiere el famoso dicho de ser como el Capitán Araña, «que embarcaba a la gente y se quedaba en tierra» con toda la paz del mundo.

Era el último tercio del siglo XVIII, cuando las frecuentes insurrecciones en nuestras colonias de América requerían de manera constante la llegada de refuerzos que viajaran desde España para combatir al otro lado del Atlántico y por ese motivo en muchas ciudades portuarias se reclutaba gente para embarcar y dar la cara o incluso la vida para defender nuestras posesiones fuera de la península, que cada vez eran menos.

Ya le conté hace unos años en este mismo espacio que lo explica de una manera excepcional Benito Pérez Galdós en los ‘Episodios Nacionales’ rebautizando a un coronel y su manera de actuar como aquel ‘Araña’ que liaba a todo el que pillaba para salir a dar la cara pero él se quedaba en casa. Como muchos, muchísimos, de los que estuvieron quince días dando auténticas palizas verbales para ir a gritar contra el campo de tiro pero en el último momento pensaron que era mejor dejar que fueran otros. Muy propio de esta gente.

Analizando los números, que a los que estudiamos Estadística nos encanta esto de hacer inventario de datos, resulta que un centenar de personas dan la cara por un asunto que el día antes respaldaban –presuntamente– cincuenta entidades, asociaciones, organismos o llámele usted como quiera. Pero a la hora de la verdad, allí, tras la pancarta o con el letrero apenas tocan a dos representantes por cada una de ellas.

Tres, siendo generoso, los que tal vez piensan que España no necesita un ejército profesional y preparado o que si nos metemos de lleno en una guerra los tiros van a ser con flores. Posiblemente, los mismos que piensan que si nos invaden hay que cruzarse de brazos y todos amigos, porque no sienten España como propia sino como una vaca a la que ordeñar. Pero que la alimenten otros...
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