Para una vida plena, que decían los párrocos antiguos, es fundamental que en tu grupo de amigos haya uno de cada especie, como en el Arca de Noé. Es decir, un especialista en cada una de las materias que la vida te atraviese en el camino. Yo, la verdad, en ello ando pues alguno nos falta todavía; por ejemplo, el que sea capaz de interpretar la cabeza de Putin, pero no os voy a meter en esa guerra.
El especialista que sí tenemos, y de los mejores, es el experto en cómo ir, cuándo llegar y cómo estar en las fiestas de todo tipo. También a las de disfraces, carnavales, carnestolendas, antruejos y mascaradas diversas. Lo tiene muy claro: «Si llegas con tres cubalibres de retraso date por perdido, media vuelta y para casa». Y siempre añade al citar los tres cubalibres «o similares, que está muy documentado que te puedes mamar bebiendo Mirinda, que la cabeza trabaja de manera autónoma».
No le falta razón. Si llegas tarde y te incorporas sufres más que Belén Esteban en la Real Academia. Todo dios te vacila, los que no te conocen de nada amparados por el disfraz insisten en preguntarte si no le conoces... así que o te pones en la esquina de la barra a destajo hasta que recuperes el terreno perdido o marchas para casa con el rabo entre las piernas.
Pero los nuevos tiempos acarrean nuevas torturas, cuando llegas al sofá y te crees a salvo comienzan a llegarte mensajes de números desconocidos con fotos de disfrazados que insisten en la misma tortura, «¿a qué no sabes quién soy?».
El que sepa la respuesta más ofensiva por favor que me la mande por wasap.
Se ofrece recompensa.
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