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A mil euros el folio

02/04/2015
 Actualizado a 13/09/2019
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Cosas de la vida, en los últimos años he tenido la oportunidad de pasar por bastantes bibliotecas y desempolvar el aroma que desprenden los clásicos. Algunos de estos edificios son una auténtica joya como el antiguo palacio del siglo XVI construido por los Condes de Benavente en Valladolid y otros, como el de Ponferrada, más modestos. La nota común la pone el tacto gastado de las páginas que por siglos han pasado manos de distinta condición y época. Esa es parte de su magia.

Desde hace tiempo, he podido comprobar el punto medio de ambición y soberana pereza que guardan, en cambio, la salas de estudio de la parte norte del país. Las peores caras de sueño se sientan enfrentadas a las de quienes con las uñas carcomidas dan el último repaso a apuntes llenos de colores fosforitos. Aunque, sin duda, las más odiosas son las de la Universidad con esos grupitos ruidosos que el que ha pasado por ellas, recuerda con nostalgia.

La que más he pisado ha sido la de Filosofía y Letras de Pucela. Recuerdo de memoria a la que llegaba a las 8:00 a coger sitio y colocar sus subrayadores, al ingeniero que causaba expectación al sacar de la mochila una calculadora en un territorio dominado por ‘los de letras’ y a la que entraba con tacones. Casi todos hemos dejado allí horas y más horas con la idea de que el esfuerzo sería algún día recompensado. Sabíamos de la crisis y del mito de los mil euros al final de mes, pero enterarse de que algunos hacen negocio de ello da todavía más asco. Sí, les hablo de la Academia Logos de Ponferrada que hasta hace una semana vendía por tres ceros un papel en blanco. Me pregunto de qué clase fueron sus dueños o si es que ya no se acuerdan de nada.
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