jose-luis-gavilanes-web.jpg

A martillazos secos y calientes

25/10/2020
 Actualizado a 25/10/2020
Guardar
Lo de destruir a martillazos la placa de honor en la capital de España dedicada a Largo Caballero en la casa donde vino al mundo –se acuerde o no con su persona, ideas, hechos o intenciones– no tiene otro sentido más convincente que tratarse de una venganza del Ayuntamiento de Madrid por las medidas restrictivas adoptadas por el Gobierno central a causa del gran rebrote de la pandemia. El Ayuntamiento de Madrid, gobernado por distintas fuerzas de la derecha, ya había aprobado a finales del pasado mes de septiembre la retirada de las calles dedicadas a Largo Caballero e Indalecio Prieto, los dos miembros del PSOE que ocuparon altos cargos de gobierno durante la II República. Que esto no es «abrir heridas»,sino sana cirugía.

Sabido es que la derechona brava no se anduvo nunca con chiquitas en este tipo de destrozos. Si no lo hizo hace ochenta años fusilando a miles de inocentes maestros de escuela o como represalia de otras atrocidades cometidas por el otro bando, ¿lo va a hacer hoy impidiendo que dos operarios se suban a una escalera y arranquen a hostia sucia una simple placa metálica? Ni por mucha repulsa que ello provoque ni aunque la laminación fuese aprobada en su día por todas las fuerzas políticas de distinto signo.

Con plural doblez ha dicho el diputado Javier Ortega Smith que el destrozo se ha hecho cumpliendo la Ley de la Memoria Histórica o, entendiéndasele mejor, para que la misma se derogue. Habrá que decirle al diputado de Vox que el Art. 15 de la LMH en vigor dice expresamente; «...retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación personal o colectiva, de la sublevación militar, de la guerra Civil, y de la represión dela Dictadura». Que yo sepa ni Largo Caballero ni Indalecio Prieto se sublevaronen 1936, y de haber caído en manos sublevadas es bien seguro que les hubieran puesto algunas balas en el cuerpo por «sublevarse contra la sublevación». Que por este absurdo contrasentido se asesinó a mansalva. Pero es que, para los patriotas de hoy, los verdaderos espadas sólo tienen valor cuando aciertan con el estoque, el resto son débiles maletillas.

Pero dejemos a la madre patria y centrémonos en la patria chica. ¿Qué pensarían los de aquí si al igual que se ha hecho con la placa de Largo Caballero se hiciese con la de Capitán Cortes, que domicilia una de nuestras arterias más céntricas? Pues poner el grito en el cielo por reprobable ultraje contra un héroe del bando rebelde, o séase el gorioso Movimiento, pero, en realidad, perjuro y extraprovincial. Sin embargo la placa permanece sin novedad en el frente.

Quien suscribe ha pedido su retirada por escrito y a viva voz desde hace años, tanto a los gobiernos municipales de derechas como de izquierdas. Dícese que están en ello, pero... «vuelva Vd. mañana»; o lo que está más al día: «no le he entendido». Que lo haga la derecha, no sorprende. Pero que lo desoiga o demore la izquierda, clama al cielo, al infierno y al purgatorio. Sin duda que esta falta de valentía se debe a que aplicar sin remilgo el referido artículo de la LMH acarrea problemas y merma votos. Porque, ¿qué va a decir el vecindario, obligado a cambiar rótulos y tarjetas de visita? Además, ¿no es abrir heridas en vez de restañarlas? He dicho hasta desgañitarme que el cambio de placa, si lo hubiere, es muy sencillo. Un leonés olvidado llamado Enrique Salgado Gómez no fue izquierdólogo ni derechólogo, fue oftalmólogo de prestigio internacional. ¿No sería lugar y magnifica ocasión para ensalzarlo?
Lo más leído