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A los que odian (y II)

18/08/2017
 Actualizado a 15/09/2019
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Tenía pendiente contarles -El teléfono del que sabe (I)- cómo el tema más ridículo puede provocar un debate incendiario en las redes, una guerra a muerte que a menudo nada tiene que ver con lo que tú querías contar. ¿Para qué leer antes de quejarse si se puede escupir odio en twitter desde el anonimato? Y este jueves, al conocerse la sangría terrorista de Barcelona, las redes volvieron a arder. Informan –mucho–, pero también desorientan y son el bosque perfecto para descerebrados que aprovechan la mínima para seguir odiando casi todo.

Y ya no sabe uno quién da más pereza, si los que se ofenden por todo o los que se pasan la vida dando lecciones. A mí, cada vez me incomodan más esos que siempre responden de manera agresiva... Creo en las discrepancias y en que cada uno defienda con mayor o menor intensidad su criterio, su opinión, pero cansa vivir en un mundo en que hay que matizar absolutamente todo por si se ofende algún gilipollas. Lo dice un amigo mío: por encima de la maldad o de la envidia, quizá la peor condición del ser humano es la gilipollez. Y abunda.

Qué pasaría en las redes sociales si la gente, además del titular –en ocasiones más tendencioso que informativo– se leyera el contenido de la noticia. Seríala leche poder silenciar a quienes se mofan de otro porque no es de los suyos, a quienes promueven un linchamiento digital gratuito, a quienes lo ensucian y enturbian todo a base de zascas que mezclan churras con merinas, aprovechando hasta el drama más terrible para sacar a pasear su indecencia.

He aprendido que en las redes silenciar a los cansinos trolls es posible y muy recomendable. Bloqueándolos incluso te quedas más a gusto. Funciona lo de dejar de oír quejidos por todo.

Es propio de mentes estrechas embestir contra todo aquello que no les cabe en la cabeza, escribía Machado. Personalmente, me agotan quienes todo lo odian. Me interesan más los que reservan su energía para volcarla con todas sus fuerzas en lo que aman, que suele ser mucho. Como en la vida, en internet hay personas que suman, otras que restan y otras que nos son indiferentes.

Qué bien sienta dedicar el tiempo sólo a quien aporta. Y el que no, adiós.
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