"A las dos de la mañana y en madreñas... pero ningún pueblo sin luz"

Muchos pueblos se han quedado sin luz en esta nevada y los vecinos ven pasar los ‘todoterreno’ de Iberdrola; muchos recuerdan ahora a aquellos trabajadores de León Industrial o Iberduero que caminaban sin ningún medio, con grandes nevadas y tormentas... Octavio y Juanito son dos inolvidables de la comarca del Torío, estos días sin luz

Fulgencio Fernández
17/11/2019
 Actualizado a 17/11/2019
Octavio con casco en plena faena.
Octavio con casco en plena faena.
«¡Cuántas veces le vi marchar en medio de una nevada tremenda, a las dos o las tres de la mañana, y en madreñas acudía al pueblo desde el que le habían llamado. Para él era sagrado, en madreñas por la nieve, pero ningún pueblo sin luz». Mari Cruz y Gelo son quienes recuerdan a su padre, Octavio González, encargado del mantenimiento de la red eléctrica en la comarca de Vegacervera, la misma que en esta nevada ha soportado un par de días sin luz, para incredulidad de quienes saben cómo se atendía antiguamente este servicio.

Cada vez que se va la luz en el municipio de Cármenes, unos pocos kilómetros más arriba, es inevitable que surja el recuerdo de Juanito —«hole buenes», recordando su típico saludo, a medio camino entre asturiano y leonés para que nadie se sintiera excluido—, que era el alter ego de Octavio, con las mismas funciones, y en su caso con una dificultad añadida, una miopía de muchas dioptrías que no era impedimento para salir en plena noche a buscar la avería. «¡Qué más da que vea poco!», bromeaba él mismo vendiendo como virtud de la noche que los miopes pueden trabajar como quienes ven bien. Era además Juan Canseco un excelente esquiador, algo temerario pues muchas veces ya tenía el árbol encima cuando acertaba a verlo. Los dos llevaron caminos paralelos, comenzaron a encargarse del servicio en al época de la empresa León Industrial, que después pasó a Iberduero. No llegaron a la época de Iberdrola. Octavio fue primero guarda del canal —en las Hoces de Vegacervera— y después fue pasando por diferentes cargos llevándole su buen hacer a trazar nuevas líneas, como la de Valsemana. Al margen de llevar codo con codo la tienda cantina que la familia tenía en la localidad.A Juanito siempre se le recuerda por su tremenda fortaleza física y ser deportista, sobre todo esquiador y nadador, siendo el único que se atrevía a sumergirse en el corazón del Pozo de los Pontedos, que hacía remolino, cuando alguien se ahogaba o se tiraba a él. Una anécdota se repite mucho sobre este aspecto. «Cuando iba a ver la instalación de alguna casa, de alguna avería, la forma de saber dónde había corriente y dónde no era muy singular, tocaba el cable con la mano y si le daba calambre es que llevaba corriente». Increíble Juanito.

Como increíbles son las noches que también Octavio González paso por los montes de aquellos pueblos, revisando poste a poste, hasta dar con la avería. «Sin haber solucionado el problema no volvía para casa», repite Mari Cruz, que creció viendo aquello como normal. Su marido, Luis R. Aller, muchos años alcalde de Vegacervera hasta su fallecimiento, cuando le preguntaban por esas cosas del servicio público y la voluntad de ejercerlo solía acordarse de Octavio González: «Vocación de servicio es la que tenía gente como mi suegro, que salía a la hora que fuera al monte para que a nadie le faltara la luz».

Historias parecidas cuenta Quico el del molino de Canales, que también era fábrica de luz y ante cualquier fallo había que coger la bicicleta, los esquís o los pies y marchar a buscar el fallo. Ytantos otros a lo largo y ancho de toda la provincia, con historias parecidas a las de estos dos ejemplares inolvidables:Octavio y Juanito.
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