A la revolución con Karina

23/05/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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Decía un histórico revolucionario leonés, de los que sí estuvo en el mayo del 68 y sí corrió delante de la Policía (que no son muchos los que cumplen las dos premisas) que «tengo que reconocer que nos debemos estar haciendo muy viejos, cuando acudimos a la llamada de la nostalgia con la idea de volver a arreglar el mundo, que la otra vez se nos escapó a medias, empezamos por un suculento menú y a las cinco de la mañana nos sorprendemos a nosotros mismos cantando a coro, y a grandes voces, ‘Las flechas del amor’, de Karina. Tremendo».

– Si al menos fuera ‘Soy rebelde’, de Jeanette.

– No hurgues, tanto da.

Es lo que hay. Sucumbir o morir. Como ocurre en todos nuestros pueblos, llenos de comisiones de fiestas rompedoras e iconoclastas, de ateos de salón y militancia, pero que a la hora de hacer las camisetas de la fiesta acabamos haciendo siempre una camiseta con la espadaña o la torre de la iglesia, que esa batalla ya la ganó hace décadas la ‘Santa Madre’ y la foto de portada de la mayoría de nuestros pueblos es la iglesia o la ermita o el San Antón del retablo...

Bien es cierto que muchas veces también es una buena definición del lugar. Ahí tienes la torre de la Iglesia de Villademor... si miras los libros que de este pueblo ser han escrito y los de sus templos, encontrarás que el adjetivo más repetido es «ecléctico»; eso sin contar la cigüeña, que solo está de paso.

Y si saltas a las páginas de los periódicos y a la actualidad diaria de sus gentes, a los singulares personajes que lo pueblan, a su vez trabajadores a carta cabal... ¿conoces mejor definición que eclécticos».

La otra salida sería Karina. Y eso sí que no.
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