A la gallinita ciega sobre el precipicio

Jorge Díez Fernández
15/02/2020
 Actualizado a 15/02/2020
La historia, ya lo decía Marx, que una vez se repite como tragedia y la siguiente como comedia. De nuevo el leonesismo y el alcalde de León a la cabeza utiliza los sentimientos de los leoneses para a corto p medio plazo llevarlos a un camino sin salida y a otra nueva depresión colectiva sólo por la búsqueda de rendimientos personales electorales, y eso partiendo de no dudar de la coherencia de su motivación o su legitimidad. Pero no debemos obviar ni su responsabilidad ni las consecuencias de sus actos.

Es más dudoso que la propuesta se haya realizado de forma seria, cuando al plantear un órdago de este tamaño, no se acompaña de un calendario de actividades previstas para llevarlo a buen término. Y por supuesto, es dudoso que lo primero no haya sido lograr que sus cercanos, organización política provincial y regional asuma esta bandera lo cual sería necesario para comenzar este proceso con unas mínimas garantías. Y es dudoso que, si percibe que su propia organización está perjudicando al futuro de León, no hayan adoptado acciones más radicales incluido el abandono de la organización con plazos bien claros. ¿Ustedes han visto algo de esto? yo no. Y los actos y la realidad suelen ser más reveladores que las palabras y los discursos.

Por otra parte, hemos pasado en este último año por varios procesos electorales donde los leoneses hemos tenido la posibilidad de votar a una formación política qué planteaba, de una forma más o menos clara, que la causa de los problemas de León era la pertenencia a la comunidad autónoma de Castilla y León y la salida de esta cómo la solución a los mismos. Y los leoneses, como mucho, en su mejor resultado, lo avalaron uno de cada diez por ciento en la provincia de León. Y no digamos ya en las otras provincias qué deberían constituir la nueva comunidad autónoma y en ningún caso fue refrendado ni por el dos por ciento de los votantes de estas provincias.

León está enfermo, eso creo que es algo con lo que todo el mundo estamos de acuerdo, y posiblemente también exista un amplio consenso en que puede llegar un punto donde la masa crítica demográfica impida una reacción. Pero para la cura de una enfermedad, lo primero que hay que ser es rigurosos para determinar cuáles son las causas. Si en esto fallamos puede ser que el remedio que apliquemos no solo nos cure, sino que nos agrave la enfermedad.

No puede ser que la referencia a la solución tenga que ser la existencia de un Reino de hace más de siete siglos o que obviemos detalles importantes previos a la organización del estado en autonomías. Casi siempre los movimientos nacionalistas son proclives a olvidar la continuidad de la historia y a escoger solo las fechas o hechos relevantes que les van bien a sus argumentos, con la desvirtuación de la realidad que ello conlleva.

Sería terriblemente largo analizar punto por punto cuáles fueron los fallos que se han producido en las últimas seis décadas para llevar a León a la situación en la que se encuentra, pero básicamente habría que unir:
– Un gran declive producido desde los años 60 por la decisión de no participar en los planes de desarrollo industrial. La especialización en sectores extractivos energéticos y de servicios estando en decadencia durante estas décadas sin haber abordado proyectos de desarrollo industrial suficientes para haber mantenido nuestra economía y nuestra población los niveles que tenían en aquellos años o incluso su lógico crecimiento .
– La concentración de núcleos económicos potentes, básicamente Madrid, País Vasco, Barcelona y una cierta orientación del crecimiento económico en el área mediterránea que ha sido un tractor, no solo de nuestros ahorros sino también de nuestra población más preparada y productiva, no solo en estos años que parece que la noticia se ha puesto de moda, sino desde los años sesenta.
– La geografía también a veces es determinante en la evolución económica. El mayor desarrollo económico y un cierto impulso que la estructura política y económica nacional ha dado a la zona sur y este de nuestra península, junto con una mejor relación con los países europeos, ha convertido España en un país con un desarrollo de dos velocidades y a nosotros nos ha tocado el lado lento.
– Puede parecer un caso de mala suerte, pero nuestros sectores económicos más potentes, minería y producción energética con carbón, no sólo tuvieron un proceso de decadencia si no que su camino ha sido la desaparición total, afectando no solo ese sector si no a los sectores desarrollados en su entorno, y con unas consecuencias catastróficas para toda nuestra economía de forma similar a lo que ha pasado en Asturias a pesar de no pertenecer a nuestra comunidad autónoma.
Y a pesar de los ingentes millones de euros que llegaron para su reconversión, las malas elecciones o la falta de perspectiva hicieron que al menos el resultado final no fuera el óptimo deseado.
– No cabe duda que el desarrollo de la comunidad autónoma ha adoptado unos objetivos económicos centrados en sectores industriales siempre ubicados fuera de los territorios de León, entre otros, y eso ha llevado a una comunidad de doble velocidad donde todo lo que sale de los ejes Palencia-Valladolid-Burgos y en menor medida Salamanca, no sólo se mantiene en un estancamiento económico si no también en su paulatino deterioro. Claro, es muy fácil realizarlo en una comunidad en la que la parte afectada o es poco relevante y periférica o en nuestro caso preferimos renunciar a cambiar las políticas que se realizan, en una especie de juego infantil donde al taparnos los ojos hacemos desaparecer la comunidad autónoma, y mantener ensoñaciones de cómo podría ser un mundo paralelo donde la estructura territorial fuera diferente.

El mundo no se para y cada aplazamiento hace que nuestra distancia con las zonas en crecimiento se acreciente y se haga más difícil lograr nuestra recuperación. Un proceso de cambio en la estructura autonómica no creo que nadie sea capaz de pronosticarlo a un mínimo de dos legislaturas, con una sobredosis de optimismo, y dentro de ocho o más años seremos menos relevantes y con una capacidad mínima de reactivación, si la tenemos.

Hay que empezar ya a tomar soluciones, y soluciones dentro de nuestro marco actual. Conocer y proponer actuaciones que potencien nuestras fortalezas y minimicen nuestras debilidades. Exigir a nuestro gobierno autonómico y nacional actuaciones urgentes que devuelvan a una senda de equilibrio en el desarrollo a todas sus provincias y sobre todo una compensación al deterioro económico producto de decisiones nacionales e internacionales sobre algunos de nuestros sectores económicos de base.
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