¡A la feria, a los caballitos!

Las ferias van asociadas a los días de fiesta de nuestros pueblos y a los mejores recuerdos de los niños, a las casetas, el tiro, el tiovivo, los coches de choque, el tren de la bruja...

Toño Morala
11/06/2018
 Actualizado a 19/09/2019
Coches de choque, terrible atracción, la magia de los golpes a diestro y siniestro.
Coches de choque, terrible atracción, la magia de los golpes a diestro y siniestro.
Hace unas décadas, los chavales con cosinas simples y sencillas nos lo pasábamos pipa, y además nos hacían mucha ilusión. Quiénno recuerda en aquellos años cuando se acercaban las fiestas patronales en ciudades y barrios, en los pueblos, en las villas… el ir a la feria, a las barracas, a los caballitos… el problema era el de los pocos dineros que había en los bolsillos para montar en las atracciones, pero así y todo, mirar, también te hacía reír e ilusionarte; hoy en día las cosas han cambiado mucho, los chavales tienen de todo y de todo se cansan. Y además, todo se preparaba con tiempo y conmucha alegría; algunos, después de la escuela, si eran las fiestas por mayo o principios de junio, pues íbamos a ver cómo montaban las atracciones… la de cuerdas y poleas, los camiones, los tacos grandes para nivelar, y hierro, muchas barras de hierro y de madera; luces pocas, que las bombillas eran caras, y además se fundíanmuchas, y los feriantes las pintaban con pinturas de varios colores, pero tenían que ser de esmalte de uñas, pues otras pinturas se estropeaban en las bombillas al calor.Y toldos para tapar los carruseles, las tómbolas gigantes y largas, el tío vivo, los coches de choque… En realidad todo era alegría y algarabíaen aquellas tardes tan grises y tan llenas de buenas gentes por las calles más anchas de las ciudades y barrios.

También recuerdo aquellos que vendían globos, de los primeros, los dulces de manzana rebozada de caramelo, las nubes de algodón tan ricas… y las churrerías y los que vendían los pocos juguetes que se fabricaban en aquellos años para los niños conmás posibles.Aquellas fiestas y ferias que vivimos los que nacimos en los años 50 o los 60, las que unorecuerda… Uno de los clásicos de las ferias de aquellaépoca era El Tren de los Escobazos (el de la Bruja); esta atracción nos hacía viajar en un trenecito por un túnel y cuando menos te lo esperabas aparecía una bruja armada con una pequeña escoba, empeñada en sacudirte con ella a la más mínima oportunidad… y que, cuando el tren entraba en la zona oscura del túnel, aún nos asustaba más, ya que no sabíamos dónde iba a aparecer; con el tiempo, y cuando crecimos, era nosotros quienes intentábamos arrancarle la escoba a la bruja para conseguir un viaje gratis. Los Caballitos, subían y bajaban, eran muy bonitos, y a la par era una de las atracciones más representativas; también los habíamixtos… caballitos yuno podía sentarse al volante de un coche de bomberos o de una ambulancia (incluso de una diligencia, sujetando las codiciadas riendas) mientras daba vueltas tranquilamentesaludando a los papás y abuelos. Las motos tampoco estaban nada mal y los aviones y las naves también tenían su gracia, pero los camiones de bomberos con aquellas campanitas y escaleras cromadas…eran desde luego, lo más divertido y difícil de coger, todo el mundo esperaba para pillarlos.Otra de las atracciones estrella eran los coches de choque,en ellos nos dejábamos casi los dientes en los choques frontales, todavía recuerdo las chispas que soltaban los troles en forma de gancho en la red del techo. Recuerdo que entonces nos daban un ticket y se subía a nuestro coche el cobrador para pedírnoslo, luego más tarde incorporaron las fichas; y la música a todo volumen con aquellas canciones ye-yé.Y los gritos que daban los de las tómbolas…-¡Otro perrito piloto u otra muñeca chochona!Es algo que tampoco se olvida fácilmente; en los años 60 y 70, la tómbola era una de las atracciones más populares, la gente compraba boletos y esperaba con ansia a ver si les había tocado algo, aunque fuera de poco valor, era solo la ilusión de un premio. Sin embargo, una de las atracciones que más llamaban la atención para los chavales, era la caseta de tiro, tumbar aquellas bolas y recibir a cambio algún osito de peluche u otra cosa… según la sabiduría popular, mirábamosque los cañones de las escopetas estuvieran rectos (de ahí el dicho, de que fallas más que las escopetas de la feria), porque darle a las bolas era fácil, pero partir uno de aquellos palillos era prácticamente imposible. Cómo me voy a olvidar de aquella Ola, del Látigo, el Gusano Loco, la Noria, el Martillo de fuerza, el Torpedo, las Sillas Voladoras… Y cómo no, al final dar un paseo para comprar martillos y manzanas y chupetes decaramelo,algodón de azúcar, altramuces, chufas, coco fresquito… Otras buenas gentes que andaban por la feria eranlosbarquilleros, donde tenías que hacer girar la ruleta y si ganabas (que siempre ganabas), te daban un barquillo o una galleta de miel.Más tarde, no se podía salir de la feria sin tomarte ese chocolate con churros de los churreros, con aquel buen olor y ruido por todas partes. Son muchos los niños que esperan la llegada de las fiestas de su pueblo únicamente por el ambiente de la feria. Las luces de colores, el sonido de la música y de las sirenas, las tómbolas y las casetas de tiro llenas de peluches, el olor a churros y fritanga. Y, por supuesto, algo que nunca puede faltar: un buen carrusel.Los cambios, si bien han sucedido poco a poco, desde luego han sido para mejor, entre otras cosas comenta una buena mujer que toda la vida se ha dedicado a este buen menester… -«es más o menos igual, en términos generales; la diferencia es que antes éramos más pobres y nos teníamos que levantar antes de las cinco de la mañana para preparar todas las cosas, ahora lo hacen con buena maquinaria,demasiado modernos». Además, ahora los feriantes disfrutan de un mayor arraigo, fruto de su presencia año tras año, y los ciudadanos cuentan con ellos como un atractivo más de estos días: -«antiguamente la gente no tenía tanta tradición de feria como ahora, quizá porque su nivel adquisitivo era inferior que el de una familia actual». La churrera afirma que por aquel entonces no podía disfrutar de las Fiestas, ya que tenía que trabajar y el horario… «abríamos cuando aún no había salido el sol y cerrábamos con la luna ya en lo alto; lo que no ha cambiado, afortunadamente, ha sido el sentido de solidaridad y compañerismo, todos teníamos una relación familiar, para nada de competencia», afirma Maruja, la churrera, y otros feriantes han corroborado que la situación sigue siendo la misma. Dejar huella en los ojos de los niños que miran extasiados las luces de colores o bailan al son de la música. Dejar huella en los padres, que se contagian de la felicidad de sus hijos.

Otras atracciones permitían probar la fuerza física: había una especie de ‘puching ball’ en la que los más ‘macarrillas’ solían probar sutestosterona o fuerza bruta. Estaban tambiénlas casetas y mesones de comida, de salchichas Frankfurt, de pollos asados (uno costaba allí en 1983, 500 pesetas), el olor y humo de las churrerías (la docena costaba entonces unas 60 pesetas), las máquinas de algodón, y había otros espectáculos que se situaban en el recinto ferial pero algo más apartados del resto como los circos y los teatros de varietés. Entre los primeros recuerdo el Price, el de los Hermanos Tonetti, el circo Atlas, el circo Mundial, entre los teatros de feria de varietésestaban elLido oel teatro de Manolita Cheng con espectáculos picantes de varietés. Los coches de choque son otro clásico de las barracas y ferias. Sus orígenes se remontan a la década de 1920. Y recuerden, que ir a la feria, a loscaballitos, es abrir una sonrisa al día a día… hay que aprovecharlas todas, pero todas.
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