26/07/2021
 Actualizado a 26/07/2021
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Un conocido, que es director de orquesta, decía que el apagón eléctrico de este fin de semana es la sinfonía de entrada al concierto que nos espera y para el que hace tiempo que tenemos el programa pero no nos hemos preocupado ni de mirar el libreto. Con esta metáfora mostraba su preocupación ante lo que se nos trató de justificar como un fallo puntual en la red pero que no es más que constatar que la falta de soberanía nacional en materia energética –como en otros muchos asuntos– es un gran problema.

Resulta que se cae un cable de tendido eléctrico al sur de Francia y se queda sin luz media España, la media España que pone las lavadoras, vitrocerámicas y hornos, y limpia con aspiradoras el sábado porque le han vendido la idea de que es más barato que un lunes por la mañana y la media España que en el mes de julio, con 40 grados, enciende el aire acondicionado o el ventilador y la televisión. Esa que no falte.

En España presumimos de tener las centrales térmicas cerradas y en proceso de demolición, como ocurrió con las leonesas «porque contaminaban mucho» sin pensar en la devastación económica que ha supuesto para zonas mineras del Bierzo de la Montaña y de Laciana, y apagamos las centrales nucleares nacionales «porque son peligrosas», mientras le compramos a Francia energía producida con uranio y a Marruecos procedente de la combustión del carbón. Y al precio que ellos digan. Pero como hoy en día se tapa cualquier falta diciendo que «la culpa es de Franco», todo en orden. Así estamos.

Y mientras tratan de inundar los campos leoneses con placas solares para regalarle la energía a los galos o los montes con aerogeneradores propiedad de empresas italianas y que ellos nos revendan la luz a precio de oro, predicamos las bondades de la energía limpia pensando que hay que desmantelar todo lo que nos llevó a protagonizar lo que la Historia reconoce como el ‘milagro económico español’ de los años sesenta y setenta pero que, como huele a franquismo, hay que destruirlo porque el futuro es lo progre. Aunque este progreso deje a los españoles a dos velas, en cualquiera de los sentidos posibles.
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