Maximino Cañón 2

A darse el lote, electoral me refiero

16/05/2023
 Actualizado a 16/05/2023
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Cada vez que se acercan estas confrontaciones electorales, a los que vivimos otra época, nos vuelve a resurgir el sentimiento democrático de aquellos primeros años en los que, como se decía y sentías, después de mucho tiempo el votar con libertad al meter el voto en la urna cuando decían y cotejaban tu nombre.

Pero, como en todas las cosas, nada es igual ni se le parece. Aquellas pegadas de carteles con las caras de los que muchos, por primera vez, se veían reflejados en los mismos. Faltaban paredes y carteles donde efectuar la primera pegada, después vendrían las siguientes, porque, el que primero llegaba al sitio, sin piedad electoral, ponía los suyos encima.

Más de un altercado se produjo, sin llegar la sangre al río, por la ocupación de espacios donde plasmar dichas caras.

Como si de modelos se tratara se llevaban a cabo sesiones de fotografía previas para ver que toma quedaba mejor en el papel, nunca entendí, ni entenderé, la importancia del tener (quienes pudieran) gabinetes de imagen, ni creo que tuvieran tanta importancia.

Lo del resultado en las urnas eso vendría después, ahora lo importante era verte en los carteles de pared y programas de mano irradiando vanidad por doquier.

Los responsables del caldero, la brocha y la cola, no daban abasto en pegar allí donde hubiera un lugar libre y si estaba ya ocupado, sin piedad, se tapaban los anteriores y así sucesivamente en las noches previas a día de la elección.

La verdad es que esas situaciones a los que veníamos de una dictadura en la que no se permitían esas manifestaciones políticas, nos llenaba de satisfacción el ver los muros y superficies llenos de cartelería de la variada ideología democrática y política sin tener ocultarse.

Ahora, con muchas elecciones a nuestras espaldas, la cosa se presenta tranquila si exceptuamos el sentir de los que se presentan en lista con la noble pretensión de salir elegidos y en la que muchos se juegan tanto.

En definitiva de lo que se trata es de batirse la calle en busca del voto deseado.

A lo que me refiero en el enunciado de esta opinión, que puede inducir a engaños, no es a lo que vulgarmente se decía cuando uno era joven y te acercabas mucho a la pareja y te decían, o decías, para presumir: «menudo lote se están dando esos dos», generalmente en el baile, cuando la cercanía física era evidente, pero que en este caso es referido a los abrazos, a los ligeros pellizcos en los mofletes y besos que estos días se prodigan en busca de electores como muestra del cariño que siempre te han tenido y que, en estos momentos, se aceleran por aquello de que una muestra de afecto puede ser un voto.

Total que, como decía el proverbio, atribuido al Rey Salomón, «no hay nada nuevo bajo el sol» y poco (diría yo) bajo la sombra.

Pues eso, a disfrutar y a gozar con las promesas que se nos hace y que a buen seguro calmarán nuestros males, por lo menos hasta el día de las elecciones.

Otro día diré más, que lo de León, como cada vez nos conocemos más al ser menos, está que arde.
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