550 kilómetros de tradición

La vieja trashumancia, la que se hace a pie con los rebaños de las dehesas de Extremadura a las majadas de la montaña leonesa (con vuelta en otoño) regresó esta semana con el paso de un rebaño de la familia Castaño, de Acebedo

Fulgencio Fernández
19/06/2022
 Actualizado a 20/06/2022
José, Iker, Fernando y Juan Carlos con uno de los mastines del rebaño de 1200 ovejas que suben desde Trujillo a las montañas de León, en Salamón. | LAURA PASTORIZA
José, Iker, Fernando y Juan Carlos con uno de los mastines del rebaño de 1200 ovejas que suben desde Trujillo a las montañas de León, en Salamón. | LAURA PASTORIZA
¿Cuántos años llevas dedicado al pastoreo? - Veinticuatro. - ¿Cuántos años tienes? - Veinticuatro.Sonríe Juan Carlos cuando lo dice. Sus dientes blancos en una cara curtida del sol y el viento del pastoreo le ayudan en el gesto. Su mirada confirma que no miente. Y lo explica: "Es que era pastor el abuelo Carlos, pastor esmi padre Juan Carlos, mi tío Fernando, que aquí viene con nosotros. Así que lo único que he conocido en mi vida es este oficio".

- ¿Te gusta el oficio? Parece duro.
- Si no te gusta no lo haces. No sé en los otros trabajos cómo será, pero el de pastor solo lo haces si te gusta.

Es solo su ejemplo. La mejor forma de explicar cómo ha funcionado durante siglos el mundo del pastoreo y la trashumancia, que es lo que están haciendo el citado Juan Carlos Castaño, con su tío Fernando, José, que les acompaña, y un chaval de 16 años, Iker, que viene a ser la cantera del oficio, un casi adolescente al que le gusta este mundo pese a ser de una comarca donde por las venas les corre –les corría– el carbón: Langreo, en la cuenca minera asturiana.

Llevamos cuarenta días sin descanso; hemos tenido de todo, sobre todo mucho calor, incluida ‘la ola’, agua solo un par de días, pero lo peor es andar por el asfalto, ‘mata’ a las ovejasAsí es el oficio y así es su vida. El miércoles salieron, como cada día al amanecer, llegaron a Corcos a la hora de comer y ‘repostaron’ en El Mentidero para, después de una corta siesta, atravesar los montes y poder llegar hasta El Valle de las Casas a pasar la noche. El calor del miércoles no hace falta recordarlo, el que despide un rebaño de 1200 ovejas es fácil de imaginar y el cansancio acumulado en 37 días que llevaban caminando sin descanso va haciendo mella. Los mastines vienen con la lengua afuera y buscan la sombra de cualquier arbusto con frecuencia, los careas aguantan mejor, algunas ovejas cojean y todas mantiene un ritmo cansino que se entiende muy bien desde la orilla. La nube de polvo que van levantando es tan espesa que bien parece que se podría envasar.

- ¿No vais a tomaros un descanso?
- No podemos.
- ¿Y eso?
- En todo este tramo del Valle de la Hoja no hay agua y eso es tremendo para el rebaño, hay que atravesarlo lo más rápido que podamos y ya en El Valle tendrán el agua que quieran y se podrán reponer para salir mañana camino de La Red de Valdetuéjar e ir acercándose a la majada de Salamón, su destino, al que llegarán seguramente el lunes. El mismo destino y la misma caseta a la que estos años anteriores llegaba una ‘leyenda’ del pastoreo, Paco Morgado, que esta año no ha subido. "Fue a vernos cuando salimos de Trujillo, en las primeras etapas". Es un privilegio hacer su recorrido porque él es un maestro del oficio.

- ¿Cuántos rebaños trashumantes llegan este año a León?
- Nosotros. Que atraviesen la provincia solo nosotros, porque llegará otro a Prioro el dos de julio, para la Fiesta de la Trashumancia, pero vienen por Palencia.

Por tierras leonesas atraviesan ellos, los Castaño, y leoneses son ellos, de Acebedo, "del mismo pueblo que mi padre y como mi abuelo", cuenta Juan Carlos y escucha Daniel Cerezal, el de Corcos, que curiosamente coincidió con el patriarca de la saga, el abuelo Carlos, en el hospital donde le tuvieron que amputar una pierna, como también le ocurrió al bueno de Daniel.



Pese a su buen ánimo y su excelente predisposición para seguir, pese a la ola de calor y la falta de agua en el valle ya eran entonces treinta y siete días de caminar sin ninguna jornada de descanso, llegarán al día cuarenta y habrán recorrido más de 500 kilómetros, alrededor de 550, que han ido sumando con mucho calor y pocos días de lluvia, que se agradece.

En El Valle de las Casas, donde el bueno de Rafa les ha preparado todo lo necesario, reciben al grupo con los brazos abiertos; incluso más de lo que ellos mismos esperaban pues les ofrecen la escuela para que pasen la noche pero prefieren montar el corral para las ovejas alrededor de la fuente. Después se disponen a pasar la noche en sus tiendas y llegó la tormenta. "Al final, a pesar de tanto calor… el agua".

Se mojaron, pero no es algo que les preocupe en exceso, son de otra pasta esta gente de una raza especial, la de pastores y más la de pastores trashumantes, que bien se puede decir que son ‘los últimos trashumantes’ a pie (o los penúltimos, ya que otro rebaño está subiendo para llegar a Prioro el día 2) pues los camiones y trenes han tomado el relevo de mes y medio caminando, aunque la situación que vivimos con los precios del combustible hace inevitable la broma: "Tendrán que volver todos a hacer la trashumancia a pie".
Broma es. Saben de sobra que, de momento, no se atisba esa posibilidad y el único polvo que acompaña al caminar de los rebaños es el que levantan los camiones cuando cogen los caminos cercanos al destino… si se puede.

Y allí quedan. Mirando al cielo, que no hay quien lo entienda como los pastores. Y a las estrellas, que saben leer como nadie pues, explican, "estos años de atrás la Fundación Monte Mediterráneo, en cuyo proyecto Ovinnova participamos, llevaba un gran operativo alrededor. A nosotros nos dieron unos planos y ya nos arreglamos siguiendo los caminos, veredas y cordeles de la trashumancia, que son los mejores pues el asfalto es matador para el rebaño".

- Y si es malo para el rebaño es malo para todos.
Lo dicen convencidos. No saben mentir. Para estas gentes el rebaño es sagrado, porque aman su oficio.
Archivado en
Lo más leído