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45 minutos la consumición

25/06/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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El hecho de tener trato con varios hosteleros le aporta a uno muchas historias de barra de bar; tanto de dentro como fuera del mostrador como en más de una ocasión le he descubierto (lo que se puede descubrir, claro está) en estas líneas. Y podría hablarle de lo que hacen algunas para que su terraza se llene en los partidos de fútbol –clientela masculina, sobre todo, y de un rango de edad que va de los quince a los más de setenta– o de la moda de vender copas y cubatas a 3 euros con alcohol bueno, botellas al alcance de la mano de los chavales para fomentar el autoservicio y el error de ser despistado a la hora de cobrar.

Pero no vamos a entrar en detalles. Le voy a hablar de los bares que se están apuntando a la moda europea de poner límite en el tiempo por consumición a las estancias en las terrazas, con el fin de rentabilizar las mesas y las sillas para impulsar la rotación o que el cliente tome más de una bebida. Como los locales de Salamanca donde me cuentan que a los 45 minutos de haberte sentado llega el camarero para darte la opción de tomar otra consumición o invitarte a marchar.

Personalmente, no soy de los que están mucho tiempo en el bar más allá de lo que se dura en tomar la consumición y, de hecho, alrededor de cada diez veces nueve me quedo de pie en la barra. Por el verano, en las terrazas que me gustan y si no tengo mucho que hacer sí puedo quedarme un poco más pero nunca más tiempo del que impida al del bar rentabilizar la mesa. Porque los hosteleros montan las terrazas para ganar dinero, por supuesto; como cualquier negocio con las puertas abiertas.

Pero hay veces que, precisamente para alargarte en la conversación, quedas en una terraza para hablar con alguien que en otro sitio no se dan las circunstancias y tener al camarero con el silbato como si fuera un árbitro marcando los tiempos de la gente que está sentada te invita a todo menos a quedarte allí. Para estos casos, un empresario de la hostelería con soluciones para todo me cuenta que hay a vender sillas muycómodas al principio pero que a la media hora son inaguantables. Y las han inventado los que piensan que lo cortés no quita la necesidad de cuadrar las cuentas.
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