30 años compartiendo el camino

Valentín Carrera
05/11/2018
 Actualizado a 18/09/2019
Uno de los dibujos de Lolo Redondo que hablan de la amistad de los dos 'viaxeiros', Anxo y Carrera.
Uno de los dibujos de Lolo Redondo que hablan de la amistad de los dos 'viaxeiros', Anxo y Carrera.
Estas líneas deberían ser unos versos, quizás un soneto, para Anxo Cabada, que me enseñó la poesía de la amistad cabalgando por los valles de Ancares y Fornela, comiendo pan y chorizo, la bota de vino a mano, y durmiendo en chozos de pastores, pero lo que tengo que decirle no cabe en un soneto, ni siquiera de Shakespeare. Entonces éramos felices y, como en el poema de Gil de Biedma, aún no sabíamos que la vida iba en serio.

Han pasado treinta años de nuestro primer viaje a caballo por El Bierzo en 1988 —en el que escribimos y fotografiamos ‘El Viaje del Vierzo’, del que se acaba de publicar una edición conmemorativa en Breviarios de la Calle del Pez, con prólogo del académico leonés José María Merino—; y pronto se cumplirán treinta también de nuestra segunda aventura, la serie de televisión ‘Os Viaxeiros da Luz’ —cuyo rodaje en 1990 partió del castillo de los templarios de Ponferrada—, emitida por TVG en 1991 y repuesta muchas veces. Un trabajo que mereció el Premio Galicia de Comunicación y el Premio Tesauro a la serie de más audiencia. Pueden ver los trece capítulos en mi canal de YouTube. A su vez, ‘El Viaje del Vierzo’ recibió el Premio de Periodismo Francisco de Cossío, gracias a las crónicas que mandaba desde el monte por teléfono —fijo, no existían losmóviles— a la emisora de Cito Linares y Yolanda Ordás. Como la memoria es frágil, y parece que valemos lo que vale nuestro último whatsapp, les recuerdo yo mismo aquel ramillete de alegrías.

Pero no hay dos sin tres: años más tarde, en 2003, hicimos un tercer viaje, que comenzó en Las Médulas y en la fragua de Compludo, ‘As Viaxeiras da Lúa’, otra serie de TVG en estado de gracia —en la que trabajó mi hija Zoraida—, protagonizada por cinco amazonas, inclusive antes de que el ‘fifty-fifty’ fuera políticamente correcto. También anda por la web. En 2005 intentamos completar el ciclo con ‘Os Viaxeiriños das Estrelas’, proyecto en el que mis hijas y sus hermanos de parroquia, Mundito y Sara, reclamaban el papel estelar, nunca mejor dicho. Pero mis estrellas han crecido más rápido que el presupuesto de TVG y el proyecto quedará como lo que fue, un hermoso sueño.
En su lugar, tuve la inmensa suerte de repetir en 2008 —veinte años después de ‘El Viaje del Vierzo’—, aquel primer viaje con Anxo, esta vez con mis hijas pequeñas, Sandra y Alicia, y la perrita Coco; y por ahí cabalgan, como prueba, un libro y un largometraje documental, también en YouTube: ‘Viaje interior por la provincia del Bierzo’. Lo hicimos durante un mes a caballo, en tren de vapor, en globo, en bicicleta y hasta en balsa, la jangada de Verne descendiendo el Sil desde Villadepalos hasta más allá de La Barosa…

Estos seis trabajos —dos libros, dos series de tv, un largometraje y hasta una ruta en las estrellas— tienen un denominador común: la pasión de viajar y, a través del viaje a la antigua usanza, «con lo puesto, menos un botón», descubrir nuestras raíces. Un modo de viajar socrático: quiénes somos y de dónde venimos. Lo de adónde vamos, queda para otro soneto. «La tierra hay que medirla a pie», decía Vicente Risco, y he seguido su consejo desde Ourense hasta San Andrés de Teixido, desde Lisboa al Gerês, por la Brocelianda de Bretaña, por los caminos de la Mesta o desde Roncesvalles a Compostela. Y nunca, nunca cariño, ni siquiera aquella noche de Bastiagueiros, bajo las estrellas, he sido tan feliz como caminando sin miedo y sin prisas, muy ligero de equipaje, con sol o con lluvia, entre harapos de niebla o contra el viento. No conozco nada más ecológico que caminar sobre la tierra, nada más barato y natural, nada más sano y enriquecedor para el cuerpo y sobre todo para la mente. Lo diré cuantas veces sea preciso: es más sencillo que el mecanismo de un chupete; primero un pie y luego otro, y luego otro paso, y uno más, la mirada en el horizonte, bombeando a pleno pulmón, los pensamientos volando lejos, como águilas que acompañan altivas nuestro caminar humilde. ¿Stress, coaching, colesterol del malo, pérdida de apetito sexual? Déjense de lerias y caminen, a ser posible con Cabada como compañero.

En toda esta peripecia, Anxo ha sido el espejo tendido a lo largo del camino: a veces campo de dudas en el que sembrar mis certezas, siempre cayado firme en el que resolver mis dudas. Pero sería imperdonable no recordar a los viaxeiros José Carlos López Corral —nunca he escrito de él cositas ‘güenas’, pero pronto cumpliremos bodas de oro—; y al comandante Pepe Fortes, ejemplo del más alto magisterio: vivir en libertad sin miedo. Con ellos, la berciana Paz Gutiérrez Abella —la más veterana del equipo, desde 1990—, Paulino Novo, Ana y Anita, Laila, Arturo y Colón, Arís y la señora Charo, las viaxeiras Llou y Elia; y los ya ausentes —siempre entre nosotros— Pepe Esteller y Pep Fortuny, que se embarcaron en el rodaje sin titubear y grabaron escenas que son parte de la historia audiovisual del Bierzo y de Galicia, cientos de horas inéditas, un tesoro depositado en el CGAI y en la Filmoteca de Castilla y León. Todo esto es justo recordarlo —sin memoria vales lo que vale tu último tuit—, pero es nada comparado con el verdadero tesoro que me han regalado los cuatro grandes viajes por el Bierzo y Galicia: la amistad y el afecto de ‘os viaxeiros y as viaxeiras’. Llevamos treinta años juntos, queriéndonos, y esta semana, una vez más, como hacemos de vez en cuando y de cuando en vez, nos reunimos para brindar y abrazarnos en La Moncloa de Cacabelos, de donde una jornada de primavera partimos a caballo en busca de la felicidad y la encontramos.

No os extrañe si un día de estos nos veis por ahí de nuevo, a pie o cabalgando, algo distraídos, conversando con ella a la vera del camino. ¡Arriba las ramas!
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