2019: ¿Agenda negra o verde?

Valentín Carrera
07/01/2019
 Actualizado a 18/09/2019
El Sil desde la Jangada, foto Anxo Cabada.
El Sil desde la Jangada, foto Anxo Cabada.
Ahora que ha pasado el tsunami de buenismo navideño, perdonen si me cuelo en sus siestas para recordarles que empieza la cuesta de enero y se avecinan días aciagos. Siento estropearles la resaca del cava —sidra, si es usted alérgico a lo catalán—, pero nos espera un 2019 de garabatillo.

La cuesta de enero: otro tópico. Con tanto cotillón se nos olvida que millones de parados llevan muchos años remontando la cuesta de enero, febrero, marzo, abril, mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre, noviembre y diciembre.

Es la Marca España: “10,2 millones de personas con una renta por debajo del umbral de la pobreza, lo que se traduce en una tasa de pobreza del 22,3%; el tercer país europeo en desigualdad, por detrás de Rumanía y Bulgaria y empatado con Lituania” [Efe]. Mientras esos diez millones de pobres sobreviven, el 1% de la población acapara el 40% de la riqueza nacional. ¡Y aún hay quien niega la mínima subida del salario mínimo!
Si acercamos estos datos a la provincia de León y más concretamente a la comarca del Bierzo, los índices de pobreza, crisis, despoblación y abandono aumentan. La verdad es sencilla y conviene tomarla sin anestesia: estamos al borde del colapso social.

Al comienzo de este año 2019 electoral y cuesta arriba, invito a los lectores de La Nueva Crónica a que nos hagamos dos preguntas: ¿Cómo hemos llegado hasta aquí y cómo saldremos de esta situación negra? Las respuestas nunca son sencillas: desconfíen de los vendedores de crecepelo, que esta primavera florecerán como amapolas en las listas electorales.

Hemos llegado hasta aquí bajo la responsabilidad de representantes políticos —cooptados con una ley electoral tramposa, escasamente representativa y poco democrática— de quienes nos cuesta recordar que algún día hayan puesto sobre la mesa una sola idea clara de país, un proyecto de comarca, provincia, autonomía, estado federal o apéndice nasal europeo.

Hemos llegado hasta aquí con un modelo pseudo-industrial basado en el saqueo. El saqueo de lo público, como denuncia el libro del analista Antón Losada, que en esta tierra ha sido desde siempre el saqueo del monte y la mina, del suelo y del subsuelo, y del aire que respiramos. La llamada industrialización ha consistido en convertir lo público en privado, llenar unos pocos bolsillos y dejar el rastro de pobreza que padecemos.

Un conocido empresario del Bierzo Alto tenía por costumbre salir los domingos a pasear el monte en busca de minas. El sistema perverso (denuncia > concesión > privatización de un bien público), la dejadez y falta de control (avales de risa, cuantiosos beneficios, impunidad ambiental), y una sociedad narcotizada por el dinero a corto plazo han permitido este saqueo.

Una cantera, ¡Mía! (o de Martínez, o de Cementos Cosmos a perpetuidad). Una mina, ¡Yo la vi primero!, mía la mena, vuestra la ganga. La ganga estéril, desparramada en cientos de chamizos por las laderas, valles y ríos del Bierzo, es la herencia de este modelo de saqueo público, negro como la boca del túnel del Lazo.

Ya hemos hablado de la factura social pendiente, de los costes ocultos de las canteras y minas, depredadoras de la riqueza colectiva, entregada gratis a unos pocos explotadores sin escrúpulos.

Urge desmontar el modelo de la concesión privada (sería mejor llamarle regalo… o robo): todo lo que hay en el suelo y el subsuelo del Bierzo es de todos los bercianos, y por extensión patrimonio de la Humanidad. “Yo la vi primero” no otorga derecho de pernada para expoliar bienes públicos irreemplazables.

¿Cómo saldremos de este túnel? ¡Ojalá yo lo supiera! Lo siento, no tengo la solución, pero ustedes tampoco, con una diferencia: su modelo negro ha fracasado reiteradamente y nos ha conducido a la pobreza y al borde del abismo social.

De modo que, apostando al color verde esperanza, apuntaré un par de tareas para el nuevo año: en primer lugar, dar una patada electoral en el culo en mayo a los incompetentes y corruptos que nos han traído hasta aquí, cerrando el paso a sus primos de Vox, y apostando por una regeneración política sin vendedores de crecepelo y sin cencerros.

Todos los que sigan con el cansino discurso de una carreterita nueva aquí, una subvención Miner allá y un volquete de cemento acullá, a la puta calle. ¡Basta ya de asfaltarlo todo! Viajen un ratito a Escocia, país avanzado y hermoso, tan envidiado, donde las carreteras rurales son pistas de un carril, pero muy cuidadas y cívicas. El asfalto y el cemento no crean riqueza, como demuestran los cuarenta años que se han pasado ustedes asfaltando pueblos desiertos.

Necesitamos cambiar el modelo gris negruzco de subdesarrollo por un modelo sostenible, verde, limpio, que ponga a las personas y a la Naturaleza en el centro del debate. No hay políticas ecologistas: el ecologismo es transversal, todas las acciones políticas tienen consecuencias ecológicas. Empezando por nuestro voto el próximo 26 de mayo. ¿Vamos a seguir con la Agenda Negra o empezamos a construir entre todos y todas la Agenda Verde?

Yo apuesto por la esperanza. Feliz 2019. ¡Arriba las ramas!

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