11 segundos

Por Alejandro Cardenal

Alejandro Cardenal
20/05/2021
 Actualizado a 20/05/2021
webopialejandro19052021.jpg
webopialejandro19052021.jpg
A un mes de las oposiciones me he dado cuenta de que he acumulado en mi cabeza una incalculable cantidad de conocimientos que no me servirán absolutamente de nada si se tuerce el examen. Ni para el Trivial.

Mi saber inútil favorito es, sin duda alguna, la evolución de la antropología social. ¿Quién no habrá lamentado alguna vez no saber diferenciar entre procesualismo y particularismo histórico? En cualquier caso, aunque nadie me ha preguntado ni me preguntará jamás, diré que, puestos a elegir, me quedo con el estructuralismo de Lévi-Strauss.

Este buen señor, que nada tiene que ver con los vaqueros, no buscaba explicar la evolución cultural del ser humano como el resto de sus colegas de profesión, sino que se centró encontrar las uniformidades psicológicas que unen a todos los ser humanos, blancos o negros, de Singapur, de Ponferrada o de León.

Y una de esas uniformidades es la tendencia a dicotomizar el pensamiento en términos de oposición binaria: el bien y el mal, el cielo y el infierno, la vida y la muerte.

Toda esta chapa, además de ayudarme a repasar el tema de la hominización y la antropología histórica, tiene un sentido, explicar el vaivén y la montaña rusa que hemos vivido con la Deportiva esta temporada.

No nos funciona mal el cerebro. Lo de ilusionarnos y decepcionarnos con días de diferencia es algo instintivo, lo llevamos en los genes y no podemos luchar contra ello. Así que tranquilidad y ánimo para los que, como yo, después de la victoria ante el Castellón y aunque las posibilidades eran ínfimas, recuperaron la fe. Ganar al Espanyol era dormir a dos puntos del ‘playoff’ y meter presión a un Sporting y un Rayo que no se estaban mostrando especialmente fiables.

La verdad es que fueron 11 segundos muy bonitos. Tres más que la última independencia de Cataluña, tres menos que el récord mundial de arreglar una cama individual. Dimata y Puado nos bajaron de la nube en un abrir y cerrar de ojos. El objetivo vuelve a ser, el que ya teníamos después de caer ante Las Palmas, terminar lo más arriba posible y ayudar a que el club tenga una paga extra con la que seguir haciendo milagros.

Como Yuri. 400 partidos como blanquiazul. Su idilio con el conjunto berciano no ha durado 11 segundos. Por ponerlo en un contexto, Di Stefano jugó 396 partidos con el Real Madrid, Guardiola, 384 con el Barça. El brasileño es una anomalía del fútbol moderno y toca disfrutarlo mientras se pueda.
Archivado en
Lo más leído