108 en una vida

23/11/2021
 Actualizado a 23/11/2021
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Se bajaba constantemente el vestido tintado de verde esperanza, primero con dulzura, luego con rabia, por la rebeldía incontrolable de la enagua negra que no hacía más que presumir de sí misma sobre sus finas piernas. La abu nos recibía ensimismada en esa empresa al llegar a celebrar su 108 cumpleaños. No le importaba mucho más que eso, tapar sus rodillas, porque lo presumido no se va con los números que dictan las velas. Se es o no. Y la abuela de San Román de Bembibre y mía lo es. Por eso, en un segundo vistazo, la abuela Feli se quedó prendada de los anillos de la hija y afeó asu nieta tener rotos los pantalones. Conocer se convierte en un plus cuando ya no hay tarta que soporte tanta cera. Y a Feli le cuesta un poco, como oler o escuchar. Los sentidos se van aflojando por eso de ser finitos, pero la sonrisa no le falla a Feli en respuesta a un beso. Y le dimos mil. Seis años habían pasado desde nuestra última mirada. Sin echar el freno, siempre con la prisa de vivir para conseguir no hacerlo. Y la vida ha seguido por sí sola, y las canas han sembrado las cabezas y las arrugas se planchan mal en los dedos de las manos. Pero a abuela Feli le puede el querer y el querer quedarse. Y a los demás nos puede verla en el espejo de uno mismo. 108 que ve desde un Sabadell de acogida. 108 que la conocen, aunque ella ya no lo haga a veces y solo quiera volver a su Sejas de Sanabria cuna,donde el jato guapo pega duro con los cuernos y te desnorta si no andas con cuidado. Feli se queda embobada con las muñecas y con los puntos de ganchillo que rellenaron más de cien de los que suma, dejando al hilo hacer dibujos caprichosos. Pese a que las cuentas salen, la 'abu' come bien, tres yogures al día, dice, «uno tres», no le duele nada, porque ha conseguido escapar siempre del jato bonito y sigue saboreando el nombre de sus hijos como si quisiera sacarles las historias que ya no recuerda, en un soliloquioque permite compartir su pálpito. Feli-cidades.
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