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Yo también padezco parkinson

08/04/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Una escribe más o menos en abundancia, depende, a veces incluso con notables parones por medio. El tiempo trascurre y envuelta en su mismidad, en ocasiones, analiza lo escrito en una lejanía la cual aporta, por supuesto, mayor objetividad. Esta Semana Santa tan leonesa y genarina, pasada por agua como casi siempre, he repasado un pequeño o breve texto, ‘Penumbroso o nulo dominio’, cuyo año no podría precisar, aunque sí afirmar que fue escrito con antelación a 2006, fecha en que se clausuró el emblemático Teatro Emperador, lugar donde, conforme se aprecia en un sencillo programa en el que destaca el texto de referencia, se celebró el Concierto Benéfico en el que intervino la Agrupación musical Santa Marta y Sagrada Cena en beneficio de múltiples asociaciones allí nombradas, casi todas de enfermos. Eso sí, sucedió un uno de abril según reza en el humilde programa a las trece horas.

Destaco todo esto para decir que el breve texto aludido en la posible corta vida de aquel humilde programa que en este instante reviso mientras me invaden los recuerdos nunca, salvo allí, fue publicado, texto reproducido ahora, tantos años después con satisfacción. Sí, me siento contenta por su confección. Abajo comentaré algo sobre él. Mientras dejo que el lector deposite sus ojos en sus líneas, dialogue con ellas y establezca sus conclusiones: "La enfermedad supone un latrocinio de parte de lo que hemos sido y una negación de aquello que podríamos ser, tantas veces, tantas un pobrísimo, escasísimo, penumbroso o nulo dominio sobre nuestro cuerpo y espíritu. Pero somos y en tanto somos vivimos.
Y nuestra vida es mejor si el hombre en un loable abandono de su egolatría principesca se torna solidario y responde a la llamada náufraga de todo enfermo, conocida casi siempre y anchamente olvidada, canalizada, en ocasiones, a través de múltiples, laboriosas, entusiastas, clamantes, eficaces e imprescindibles asociaciones.
Así nunca existirán ojos que laceren los nuestros con su mirada suplicante. Así los rescoldos de nuestro corazón serán siempre brasa luminosa".

El hecho de traer a colación estas modestas palabras relacionadas con la enfermedad en general y el asociacionismo se debe a que el día 11 se celebra el Día Mundial del Parkinson, enfermedad dura, envuelta en misterio, definida como un trastorno neurodegenerativo con manifestaciones tales como pérdida progresiva para coordinar movimientos a partir, por lo común, de los sesenta años, incluso, aunque mucho más raro, en edades muy tempranas, tales como el periodo adolescente o infantil, afectando sobre todo a los hombres.

Dicho padecimiento progresivo e incapacitante debido a que las neuronas que generan la dopamina mueren o no funcionan bien para el cual ahora existe tratamiento, si bien sus resultados los mismos neurólogos desconocen o no pueden predecir recae sobre unos 125 000 o 160 000 españoles que presentan entre otros síntomas depresión, caminar torpe, dificultades para comunicarse, abrochamiento de una simple chaqueta, temblor en extremidades quietas, hiposmia o carencia olfativa.

Ahora bien, no resulta nada fácil diagnosticar el parkinson. Según los profesionales en la citada dolencia suele tardarse entre 1 y 5 años. La verdad es que cuando te diagnostican dicho mal dopaminérgico una no da, no quiere dar crédito a las palabras del neurólogo. Piensa que se ha confundido o bien que se trata de síntomas parkinsonianos farmacológicos. Luego recapacita y, entre lágrimas, muchas veces, piensa que existen enfermedades peores y que si a otras personas les ocurre por qué no había de ocurrirte a ti, además, el parkinson de 2018 no es, por ejemplo, el de 2006. Ha avanzado la investigación y, en consecuencia, el tratamiento.

Debo agregar que es bueno, necesario, conveniente, hacer pública la referida dolencia, pues ayuda a crear conciencia social, máxime cuando el anunciante es un famoso, resultando, además, animoso para otros enfermos en idéntica situación. De ahí que hay que agradecer a figuras ejemplarizantes como a la afamada actriz Hellen Mirren oscarizada por su papel de Isabel II en The Queen; al actor Michal J. Fox, diagnosticado a los 30 años, creador y director de la fundación que lleva su nombre, abanderado de la lucha contra este padecimiento; parecido ha de hacerse con el mejor boxeador de todos los tiempos, el fenecido Cassius Clay, a quien se le declaró con 42 años, nada más abandonar el ring. Pacientes con dicho mal han sido también el político palestino Yasser Arafat, Salvador Dalí, aunque ya con 76 años, o el duradero papa Juan Pablo II, si bien la Iglesia mantuvo oculta permanentemente tal evidencia.

Mucho habría que señalar aún. El tiempo no se congela, o sí, no sé. Las enfermedades lo desconozco, las asociaciones resultan muy valiosas para los enfermos, sus familiares y la sociedad. León cuenta con varias centradas en el parkinson. Ahí están la del Bierzo, Astorga, León y Babia-Laciana. Precisamente ante mí tengo una taza en porcelana correspondiente a la de Babia-Laciana con las siguientes esperanzadoras palabras: "Si puedes soñarlo puedes conseguirlo". Lo creo. Soñemos. Los sueños nos permitirán sin duda cerrar cuando menos ciertas breñas de tristeza. Ojalá nunca se tambalee mi ánimo y aprecie siempre la amplitud de las tardes soleadas estivales. No lo he mencionado todavía, al menos con debida claridad: yo también padezco parkinson.
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