Y la esquina del Palacio se quedó huérfana

Ya nadie más correrá la banda como lo ha hecho durante 24 temporadas su más ilustre inquilino, Juanín García, que dijo adiós al balonmano en su equipo y con los suyos

Jorge Alonso Macía
25/05/2019
 Actualizado a 18/09/2019
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Quien más, quien menos, nadie salió este sábado del Palacio de los Deportes sin estar emocionado. Motivos había de sobra y esta vez no era por meros motivos deportivos, con el Abanca Ademar sellando una cuarta plaza que no deja de saber a poco por haberse convertido en el objetivo final de los leoneses. Esta vez iba de jugadores, que cuando pasan por León siempre son personas. Una de ellas en especial.

Porque decía adiós el hombreque hasta el momento ha protagonizado buena parte de los recuerdos de quien ha seguido al Ademar de cerca o de lejos durante más de dos décadas y no por ser conocido el trago éste era más duro de pasar. El sábado jugó su último partido Juan García Lorenzana, ese al que todo el mundo conoce como Juanín.

Y es que queda la sensación de tristeza con el adiós del que es sin duda el jugador más importante de la historia del club y seguramente el mejor deportista leonés de la historia. Eso sí, dentro de los posibles finales en una historia que tenía uno malo asegurado, fue el mejor o al menos el más emocionante. Tenía claro que quería seguir, pero también tenía muy claro que si tenía que irse debía ser en el Ademar. a afición del Palacio le dio la razón.

Salió el último al campo y allí le esperaban ya para hacerle pasillo sus compañeros y sus rivales. Dio la casualidad de que el primero al que abrazó, cosas del destino, fue a Jota Hombrados, que también estaba allí, a su lado, cuando debutó. Al otro lado del pasillo le esperaba Mario López, que le cedió el brazalete de capitán y que al igual que sus compañeros vestía una camiseta con la imagen de Juanín y el mensaje ‘Graciasartista’.

Compañeros y rivales hicieron pasillo al extremo en su última presentación como jugador de balonmanoCon el Palacio ya en pie, no fue el único homenaje que recibió antes de comenzar el partido con el reconocimiento de las peñas tanto a él como al resto de jugadores que se despedían, Rodrigo, Pesic, Ligetvári, Simonet y Biosca.

No era un partido fácil de jugar, de hecho el propio Juanín reconocía que ya le había dicho a Diego Dorado que «estaba muy nervioso, que esperaba no liarla demasiado». Con el paso de los minutos esos nervios se disiparon para batir en más de una ocasión a su compañero en mil batallas y rival en otras tantas.

Con la victoria ya decidida, Dorado pidió un último tiempo muerto para homenajear a la leyenda. Ya en el banquillo se cubría la cara con una toalla en una imagen que lo decía todo. Era el final del partido y las emociones ya no se contenían. Hombrados le regaló su camiseta y él hizo lo propio con quienes mejor le conocen, su familia.

Hombrados, compañero en el Ademar en su debutle regaló su camiseta a Juanín en el día de su despedidaSe le desbordaron las lágrimas a ese tipo que parece de hierro al abrazarlos, porque volvió a dejar claro que es un paisano más. Entre ovaciones y cariño para tratar de hacer más pasable el trago no solo para él, sino también para los compañeros que vivían su particular despedida, el club rindió homenaje a todos ellos entregándoles la insignia de la entidad antes de otro de los grandes momentos de la tarde.
Una enorme camiseta del extremo apareció en la cancha y poco a poco ascendió al techo del Palacio para permanecer ya para siempre allí, testigo de lo que ocurra en la historia del club bajo el ‘6’ que ya nadie más volverá a vestir.

A partir de ahí, todo el que quiso pudo despedirse en persona de Juanín, que atendió a centenares, sino miles de aficionados que esperaron hasta más de una hora tras la finalización del partido para tener un autógrafo o una foto que, por supuesto, no negó a nadie.

Por último, pasó por la sala de prensa un Juanín visiblemente emocionado que expresó un «sentimiento de gratitud», sin negar «una tristeza que a buen seguro más adelante vea diferente». «Todo el mundo me da las gracias y yo lo único que he intentado es hacer bien mi trabajo», reconociendo que «al final conozco a casi todo el mundo en la grada, son muchos años» y que deja «el extremo izquierdo en muy buenas manos, con gente de León».

No pudo aguantarse las lágrimas de nuevo Juanín al hablar de su familia, «de mis padres, que siempre han estado en segundo plano apoyándome» y también de su hermano mayor «por el que empecé a jugar a balonmano y que hoy no ha podido estar aquí».
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