Vuelven a manar las historias de la Fuente de la Mora de Azares

Varios vecinos del pueblo se han puesto manos a la obra para limpiar el paraje en el que se encuentra este artesiano histórico, plagado de historias y de leyendas

T.G.
31/03/2022
 Actualizado a 31/03/2022
La Fuente de la Mora despejada tras la limpieza de la zona. | L.N.C.
La Fuente de la Mora despejada tras la limpieza de la zona. | L.N.C.
Hay un punto en el que confluyen los municipios de Regueras de Arriba, Valdefuentes del Páramo y Cebrones del Río. De testigo hay un mojón al que le llaman el Canto Fincado. Cerca de él, en la memoria de los vecinos de todos estos municipios está fija la imagen de la Fuente de la Mora, que a su vez se enclava en el paraje conocido como el Valle Vicurto. Los recuerdos les llevan a ese artesiano en el que abrevaban los animales y al que acudían los labradores a llenar el botijo a la hora de la comida.

La agricultura avanzó, los regadíos se impusieron y con ello la Fuente de la Mora fue quedando relegada al olvido. Pero no del todo, pues muchas historias de las que se contaban en estos pueblos acababan abrevando también en ella sus recuerdos. La maleza fue tapándolos pero seguían vivos. Animados por la memoria, dos vecinos de Azares del Páramo, Ismael y Eutimio, se pusieron manos a la obra para adecentar la zona y despejar de nuevo la Fuente de la Mora. Por ello, a finales de enero esta volvió a recuperar parte del esplendor que había perdido, permitiendo con ello a muchos volver a ella para contemplarla.

El historiador Daniel Manceñido, en su libro ‘Valdefuentes del Páramo, tres siglos de historia’, habla de esta fuente recuperada como un punto de referencia en toda la zona, vinculada además a viejas leyendas. «La denominación ‘de la Mora’ se entiende fácilmente por haber sido en época de los abencerrajes -siglos IX, XI- cuando se descubrió y le dio utilidad más allá de lo que su propia existencia propiciaba para observarse en su entorno matas, zarzas, silvares y abedules que al encontrar ‘frescor’ procedente de este manantial se conservaban todo el año», explica también Martín Manceñido. Este cuenta que la Fuente de la Mora se encuentra a escasos metros del cauce histórico de la Presa Cerrajera, muy cerca de donde esta vuelve a juntarse con el Órbigo. Una vez despejada la zona, realizaron un análisis a sus aguas para estudiar la viabilidad de su consumo, pero la presencia de nitratos, «en muy escasa medida», no lo hace posible.

Las leyendas cuentan que se llamó ‘de la Mora’ por ser una mora quien se acercaba a las aguas de la fuente a lavarse, rodeándose así el manantial de un halo de viejas historias que tampoco están exentas de otras, las de los labradores que trabajaban en la zona y acudían a ella para refrescarse en la ardua tarea del campo. Ahora, gracias a Ismael y Eutimio, la fuente a vuelto a quedar despejada y con ello también desbrozaron los recuerdos que vuelven a quedar a la vista para recordar y dar pie a otros nuevos.
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