Vuelve, sal de las sombras

15/10/2020
 Actualizado a 15/10/2020
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Saquen las banderas que saquen, saquemos las banderas que saquemos. Excaven las trincheras que excaven, excavemos las trincheras que excavemos... nada tiene sentido. Ni las voces que se dan en Madrid con el castigo de que nos ponen altavoces en cada pueblo y en cada casa, hasta en el último rincón. Ni las descarnadas cifras, que significan algo diferente en cada boca cuando los números se convierten en balas y buscan desesperadas un enemigo al que abatir.

¿Estamos locos? 

Sí.

Y mientras tanto, a la espera de que a lo voceros y sus señores les ingresen la generosa nómina el día 1 —tal vez el 31, para que no se pongan nerviosos— nos surge la pregunta de ¿a cuánto se paga el exabrupto?, ¿cómo cotiza el insulto?, ¿qué dividendos ofrece ser un patán? ¿cobran por esconder a los sabios?...

Y mientras tanto sonó la sirena de una ambulancia, llevó el susto a las calles casi vacías, acudimos al bar para saber y mientras preguntábamos la ambulancia regresó cargada, con un vecino de un pueblo donde viven cinco, el 20% de la población, está muy fastidiado.

Y mientras tanto ya no veremos más a Guti, el sobrino de Chucho. Y dice Rodri que se nos han ido muchos de los mejores de los viejos músicos de pueblo...

Y, agiten las banderas que agiten, ya sabemos con certeza que la única patria real es la infancia, la de los sueños, la de los días de amistad y caminar de la mano, la de la memoria... Sacamos nuestras manos blancas para que regrese el ratón Mickey, el gran Bugs, Mortadelo, Verne y hasta el malvado Sr. Burns...

No más patrias... a no ser que sea la única que es verdad, la infancia. Por lo que más quieras, vuelve.
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