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Vamos librando

22/02/2021
 Actualizado a 22/02/2021
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Todos vamos a morir». Lo grita una mujer, más bien lo anuncia, cuando paso por debajo de su ventana. Como veo que no se guarda, le respondo que tiene toda la razón, que somos materia caduca; Y como voy bien de tiempo me acerco al telefonillo y pico. Le digo que soy yo, el que ha recogido el anuncio que acaba de lanzar como se lanzaban aplausos hace unos meses y que si puedo subir al rellano a profundizar sobre la materia. Me abre, subo y me dice que mejor pase dentro para no dar la turra a los vecinos. Nos presentamos y le pregunto por qué hizo lo de la ventana. Me cuenta que lleva unos meses haciéndolo, que no recuerda muy bien cómo empezó, pero que siente esa necesidad de soltarlo antes de poner en marcha su día: abrir la ventana y lanzar esa consigna que realmente dirige a sí misma, como todos nosotros, que tantas veces necesitamos decir en alto las cosas para empezar a creérnoslas. Le agradezco que me cuente todo esto y que millones de personas, entre las que me cuento, de muy diversas confesiones consideran que en ese final ineludible está la médula de cuanto existe en el Universo. Me invita a gritarlo yo mismo por la ventana. Acepto. Después de berrar el axioma recomendado me siento mucho mejor y cuando vuelvo a la puerta, de donde no se ha movido, me explica, como yo ya intuía, que soy la primera la persona que ha contestado a su mensaje y, por supuesto, la primera que ha subido. Cree que compartiendo esta certeza del final ineludible sí que se aplaza un poco, que entra algo de vida. Yo le digo que trataré de darle un poco de inmortalidad a esta conversación, por ver si entra todavía algo más de vida, pero que desde luego ya la tengo grabada para los restos.

De vuelta a la calle, a los pocos pasos, escuché un nuevo grito que venía desde la misma ventana: «Todos vamos a morir». Me giré, entristecido, y la miré. «Pero de momento vamos librando», apostilló y yo sonreí.
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