Uno de los tres florecerá

01/03/2017
 Actualizado a 17/09/2019
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Resiste en la pared aquel amarillo que tanto colorido dio cuando a los pueblos cuando nos quitamos el largo luto de las jornadas y los días.

Resiste el viejo árbol hibernando a la espera de que la anual respuesta de la primavera a los rigores del invierno le permita volver a lucir hojas y colores, pinte la pared de verdes que hagan juego con el amarillo.

Resiste, pero amenaza con dejar de hacerlo una ventana que va dejando cristales en el intento, que se va abriendo poco a poco, se va rindiendo a la fuerza del agua que quiere convertir el fuerte olor a naftalina en el peligroso sabor del avance de la humedad.

La realidad es tozuda y todo apunta a que alguno se irá rindiendo. Tal vez el amarillo no vuelva a recibir nuevas capas o a ser tapado por el color que esté de moda cuando llegue ese momento.

Tal vez el viejo árbol se rinda en el milagro anual de crear nuevas hojas cuando la sabia se va agotando y el agua no encuentra camino entre el hormigón de las aceras.

Quizás cuando la madera crezca reviente la ventana, se abra y deje la puerta abierta al agua, la humedad, el frío y el olvido.

Tal vez, por una vez, la historia no esté escrita y el amarillo brille aún más, el árbol de frutos y la ventana sólo deje pasar el sol. Tal vez.
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