Una historia de amor con el cine

Margarita Alexandre fue objeto de estudio el pasado mes de octubre en el Musac a través del documental de Fermín Aio

Mercedes G. Rojo
28/04/2020
 Actualizado a 28/04/2020
Imagen de la actriz y cineasta leonesa Margarita Alexandre.
Imagen de la actriz y cineasta leonesa Margarita Alexandre.
«Yo he sido libre desde que nací (…) he sido visceralmente libre durante toda mi vida».  (Margarita Alexandre, cineasta, en ‘El cuerpo y la voz’, de Sonia Gª López)  

A lo largo de esta serie estamos descubriendo parte del potencial artístico que  las leonesas muestran en las diferentes disciplinas del arte; pero  esto no es nuevo, pues hemos sido tierra de talento en todas las épocas, pudiendo descubrir como de la misma han salido artistas que han destacado en las diferentes artes aún cuando las circunstancias históricas del momento nos las hayan mantenido ocultas. En este momento en el que, en el todavía minoritario mundo para las mujeres como es el audiovisual, tenemos jóvenes e interesantes representantes como Isabel Medarde o Marlén Viñayo, que comienzan a destacar en el mundo de la dirección y la producción es hora de mirar hacia atrás y descubrir a otras leonesas que anduvieron dichos caminos.

Hablamos de Margarita Alexandre (León, 1923- Madrid, 2015), aunque bien es cierto que puede decirse que su paso por nuestra ciudad fue casi anecdótico. Su figura y obra fue motivo de acercamiento el pasado mes de marzo en el Musac, a través del documental ‘Margarita Alexandre’ de Fermín Aio, basado en el testimonio de la cineasta, poco antes de su fallecimiento, a través de  una serie de anécdotas que forman parte del recuerdo de su vida como cineasta desde la dirección y producción de cine en la España de los años 50 hasta la producción cinematográfica de los primeros años de la Revolución Cubana, en un documento que constituye algo así como «la mirada hacia atrás desde el final de una vida marcada por conflictos políticos y culturales, caracterizada por un gran carisma». Ana Gutiérrez, la productora de este documental dice de ella:  «No era una mujer al uso, (…) y hasta el final de sus días fue un espíritu libre, una transgresora en la vida personal, social y política, que se rebeló contra los roles de género y las normas establecidas»; desde lo personal a lo profesional en el cine, un mundo en el que comenzó de forma meramente anecdótica como actriz para dedicarse de lleno, desde los años 50, a lo que ocurría detrás de la cámara en un mundo esencialmente de hombres que la convirtió en una de las pioneras de la dirección y la producción en España, una carrera que luego continuaría en Cuba e Italia. Siempre interesada por este segundo aspecto, cuando en 1947 comenzó su andadura la Escuela Oficial de Cine, fue de las primeras mujeres que se dejó caer por allí, pero en alguna entrevista confiesa que no le interesó nada porque nada le interesaba la interpretación y, aprovechando que en aquel entonces todo se hacía en Madrid, buscó trabajo como script en un par de películas para de ahí pasar  a la dirección. Todo ocurre a partir de coincidir con Rafael Torrecilla en el rodaje de Puebla de mujeres;  después se convertirán en pareja sentimental para el resto de su vida, y crearán la productora Nervión Films, para producir sus propias películas que dirigirán juntos.

Cuando la cineasta murió, preparaba sus memorias. No sabemos si algún día llegarán a publicarse, pero hay un trabajo publicado por Sonia Gª López, en el que recoge muchos aspectos de su vida y su pensamiento –a través del análisis de toda su etapa–. Titulado  ‘El cuerpo y la voz’, es una lectura muy interesante que recomiendo fehacientemente para conocer más de cerca de esta pionera, un documento de acceso libre a través de las redes. En el mismo se nos propone el acercamiento a la obra de Margarita tanto por su valor estético como por el político, que en su etapa española siempre estuvo marcado por la censura, bien por el intento de bordearla, bien por las mutilaciones a las que se vio sometida. Mientras, permítanme que les haga un pequeño resumen de las etapas por las que pasó.

La actriz:
Se inicia en ‘Tierra y cielo’, 1941, (decía que por tener una fisonomía que rompía con los cánones de la mujer española de la época), con papeles secundarios, salvo ‘Barco sin rumbo’ (1952) en que hizo el papel protagonista, con la que abandona la actuación tras nueve películas.

La directora:
1953. ‘Cristo’, documental sobre su vida a través de la pintura española. Elevó la categoría de «documental» a la de «arte». Gran trascendencia tanto nacional como internacional.
1954. ‘La ciudad perdida’. Coproducción italo-española. En España la censura la mutiló y reescribió sus diálogos.
1955. ‘La gata’. Primera película española en cinemascope.

La productora:
‘Un hecho violento’ (José María Forqué,1958)
‘Nada menos que un Arkángel’ (Antonio del Amo, 1958).

Etapa cubana: colaborará de 1959 a 1970  con el  ICAIC (Instituto Cubano de Arte y Cultura Cinematográficos) y con el Teatro Musical de la Habana. Durante dicha etapa producirá varias películas de directores como Tomás Gutiérrez Alea, Ugo Ulive, Kurt Maetzig, Manuel Octavio Gómez o Jorge Fraga.  Además ejerce como formadora dentro de dicho ICAIC, y será coguionista de ‘La vida comienza ahora’ (1959), primera película cubana de ficción filmada y estrenada en Cuba después del triunfo de la Revolución.

Etapa Italiana: Desde 1971. Allí vivirá el resto de su exilio. Trabajará  como asesora con Gillo Pontecorvo en ‘Operación Ogro’ (1979), película sobre el asesinato de Carrero Blanco.

Ella decía: «Mi relación con el cine es una historia de amor, con el cine y con las gentes del cine». Y ya se sabe, estas relaciones tienen sus momentos de luz y sus momentos de sombra. Toca devolverle los primeros aunque ella ya no esté.  
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