"Una Biblia, un rosario y nos pusimos a andar"

Carlos Jordán comenzó el pasado 1 de enero el Camino de Santiago en Roncesvalles junto a su fiel compañero Tito, un caballo que llegó a él tras una vida de maltrato y con el que este jueves cabalgó por el centro de León

T.G.
13/01/2022
 Actualizado a 13/01/2022
Carlos a lomos de su caballo Tito este jueves por la mañana en la plaza de Santo Domingo de la capital leonesa. | SAÚL ARÉN
Carlos a lomos de su caballo Tito este jueves por la mañana en la plaza de Santo Domingo de la capital leonesa. | SAÚL ARÉN
Entre el bullicio propio de cada día a media mañana en la plaza de Santo Domingo, resonaban este jueves las herraduras de Tito sobre el asfalto. Los transeúntes que se cruzaban con él, y con su jinete, Carlos Jordán, no podían por menos que volver la cabeza para contemplar la estampa. Muchos suponían que podría tratarse de un peregrino, y estaban en lo cierto. Carlos, un navarro de 32 años, cruzaba León tras sellar la Compostelana en la Catedral. Podría ser un peregrino más de los muchos que transitan la vieja senda compostelana a su paso por la provincia coincidiendo con el año Jacobeo, pero en las alforjas de su montura cabalga con una historia que le hace especial.

Carlos montó a lomos de su caballo Tito el pasado 1 de enero y, desde Roncesvalles, emprendió el Camino de Santiago. Son sus primeras vacaciones en estos últimos dos años, con que se dispuso a disfrutar del Camino con fe y con la firme intención de llegar a Santiago de Compostela pasando por sí mismo.  «Lo que me está gustando es que estoy desconectando de la vida. Tenía mucho estrés y esto me está sirviendo para refrescar la cabeza y desestresarme», explica el peregrino tras dejar atrás la ciudad de León en dirección a San Martín del Camino y con los cascos de Tito de fondo poniéndole el ritmo a la conversación. «Esta experiencia la pongo al nivel de ir a Tierra Santa, donde ya he estado, y la verdad es que esto es la leche», reconoce entusiasmado y destacando  en concreto su buena experiencia en León. «La gente gente muy amable, la verdad. Hasta los agentes de la Policía Local se han parado a charlar conmigo preguntándome qué tal la experiencia», explica tras haber hecho noche en Mansilla de lasMulas, donde acumuló un recuerdo más del Camino junto a otros peregrinos.

La decisión de emprender el Camino junto a Tito vino dada por su afición a los caballos y también «porque es más rápido», reconoce. Y es que este animal llegó a su vida hace cuatro años después de que un juez se lo quitase a su antiguo dueño «porque le trataba fatal». Tito encontró en Carlos una segunda oportunidad y este en él, el mejor compañero posible de viaje. «Una Biblia, un rosario y nos pusimos a andar el día 1 sin haber organizado nada», comenta convencido de que los mejores planes son esos, los que no se planean pero surgen con la certeza de que serán inolvidables ya solo por la compañía. A la de Tito suma la que se va encontrando en el Camino y entonces ya... «Lo que estos viviendo es de lo mejorcito», asegura.
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