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Una autonomía rota

26/12/2019
 Actualizado a 26/12/2019
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Las declaraciones de Ángela de Miguel, alta representante de la patronal autonómica Cecale, pidiendo la concentración de inversiones en el eje Valladolid-Burgos son un síntoma más de la creciente ruptura entre León y Castilla en esta autonomía. La contestación del Círculo Empresarial Leonés ha sido rápida. La Federación Leonesa de Empresarios, apenas beligerante en la defensa de los intereses de León, ha dado una respuesta ambigua. ¡Qué buen siervo, si tuviese buen señor!

El episodio añade un argumento más a la creciente ruptura entre las dos regiones. El alcalde de León reclamó la búsqueda de una autonomía leonesa. Ciudadanos ha calificado a la Fundación Villalar –entidad de adoctrinamiento nacional-castellanista, pero a la catalana– de chiringuito. El alcalde de Valladolid reclama la concentración de la población en su pueblo. La oposición de esa corporación pide el rechazo al alcalde leonés por decir que a León le va mal en esta autonomía y que el centralismo de Valladolid asfixia el despegue económico. La prensa en León y, con menor intensidad, en Zamora y Salamanca recoge cartas de ciudadanos, tribunas y columnas pidiendo la separación de ambas regiones desde hace 35 años y ahora más. La edición de libros sobre la cuestión es frecuente. El comentario en las calles de León es que hay que salir de esta autonomía.

En esta coyuntura hay dos elementos de fondo: los pésimos datos económicos y sociales de la Región Leonesa, profusamente aireados, la existencia de un leonesismo cultural que ha recuperado la tradición leonesa y la presencia de la Unión del Pueblo Leonés en el centro del debate, partido al que no han conseguido desplazar de la escena política y sin cuya presencia poco de esto hubiese sucedido.

León tiene necesidades urgentes de competencia autonómica y en Valladolid no van a abordar su resolución. Tampoco la Junta delega en León la toma de decisión, dejando a sus delegados como apaciguadores y parachoques de la contestación a sus desaciertos. Hablar de la crítica situación de Béjar es algo que en la Junta ni se hace ni importa. Reclamar un plan para evitar la bejaranización de Ponferrada es una prioridad en León, pero una cuestión irrelevante en Valladolid. Que la tasa de actividad de Zamora y León sean de las más bajas del país o que sus niveles de envejecimiento sean de los más altos no les importa.

Y el problema es que tampoco aciertan cuando dicen que el eje Valladolid-Burgos funciona. El corredor de la automoción no ha diversificado su actividad, a pesar los ingentes recursos que recibió, y está declinando. ¿No será el momento de separarse y que cada región siga su camino?
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